Loading...

Epístola (de La paloma de vuelo popular)

Epístola (de La paloma de vuelo popular)

A dos amigas cubanas que
invernaban en Palma de Mallorca

     París, febrero 12.

                                        Ángela y Flora:
     Puesto que os santifica y os decora
     el sol en esa playa en primavera
     y os perfuma y os dora,
     como hace con la uva y con la pera;
     puesto que el mar balear su espuma cínica
     viste y desviste al pie del duro muro
     del malecón llorón, y embiste y besa
     muslos de madreperlas y corales,
     al modo del Caribe cuando toca,
     con sus dedos sensuales,
     en nuestras claras islas orquestales
     vientres de musgo y roca;
     puesto que Flora mía de mi alma,
     Ángela y tú os miráis en el espejo
     bruñido que os da Palma,
     olvidando a París húmedo y viejo;
     puesto que allá tenéis el casto verde,
     la miel, el aire, el yodo, el pez, el trino
     de pájaros trompetas y hasta el cielo
     de Cuba, palio azul para el camino
     —todo un Virgilio, en fin, de caramelo—;
     puesto que allá La Habana está presente
     ¡digo La Habana! nuestra islita pura,
     ¿será tal vez cuestión impertinente
     de ardua filosofía
     indagar qué coméis? Quizás podría
     saber yo si figura
     Cuba también en el menú, de modo
     que fuera la ilusión así completa.
     Perdonadme ante todo.
     Perdonad al poeta
     desdoblado en gastrónomo... Mas quiero
     que me digáis si allá (junto al puchero,
     la fabada tal vez o la munyeta),
     lograsteis decorar vuestros manteles
     con blanco arroz y oscuro picadillo,
     orondos huevos fritos con tomate,
     el solemne aguacate
     y el rubicundo plátano amarillo.
     ¿O por ser más sencillo,
     el chicharrón de puerco con su masa,
     dándole el brazo al siboney casabe
     la mesa presidió de vuestra casa?
     Y del bronco lechón el frágil cuero
     dorado en púa ¿no alumbró algún día
     bajo esos puros cielos españoles
     el amable ostracismo? ¿Hallar pudisteis,
     tal vez al cabo de mortal porfía,
     en olas navegando,
     en rubias olas de cerveza fría,
     nuestros negros frijoles,
     para los cuales toda gula es poca,
     gordo tasajo y cristalina yuca,
     de ésa que llaman en Brasil mandioca?
     El maíz, oro fino
     en sagradas pepitas,
     quizá vuestros ayunos
     a perturbar con su riqueza vino.
     El quimbombó africano,
     cuya baba el limón corta y detiene,
     ¿no os suscitó el cubano
     guiso de camarones,
     o la tibia ensalada,
     ante la cual espárragos ebúrneos,
     según doctos varones,
     según doctos varones en cocina,
     según doctos varones no son nada?
     Veo el arroz con pollo,
     que es a la vez hispánico y criollo,
     del cual es prima hermana
     la famosa paella valenciana.
     No me llaméis bellaco
     si os hablo del ajiaco,
     del cilíndrico ñame poderoso,
     del boniato pastoso,
     o de la calabaza femenina
     y el fufú montañoso.
     ¡Basta! Os recuerdo el postre. Para eso
     no más que el blanco queso,
     el blanco queso que el montuno alaba,
     en pareja con cascos de guayaba.
     Y al final, buen remate a tanto diente,
     una taza pequeña
     de café carretero y bien caliente.
     Así pues, primas mías,
     esperaré unos días,
     para saber por carta detallada
     si esto que pido aquí debe tacharse
     de ser una demanda exagerada,
     o es que puede encontrarse
     al doblar una esquina
     en la primera casa mallorquina.
     Si lo hay, voy volando,
     mejor dicho, corriendo,
     que como siempre ando.
     Pero si no, pues seguiré soñando...
     Y cuando al fin os vea,
     vueltas las dos de España
     a París, esta aldea,
     os sentaré a mi costa
     frente a una eximia y principal langosta
     rociada con champaña.


Incluido en La paloma de vuelo popular. Tomado de Obra poética. Compilación, prólogo, cronología, bibliografía y notas de Ángel Augier. La Habana. Editorial Letras Cubanas, 2002, pp.49-51.

5
También en El Camagüey:

El boletín de El Camagüey

Recibe nuestros artículos directamente en tu correo.
Subscribirse
¿No tienes cuenta? Créate una o inicia sesión.