El documental La Habana de Fito, de Juan (Pin) Vilar, fue exhibido el 10 de junio de 2023 sin el consentimiento del realizador ni del productor en el programa de televisión Espectador crítico, que conduce Magda Resik. A continuación, en orden cronológico, incluimos parte de lo publicado al respecto por los implicados y por cineastas e intelectuales cubanos.
Caso La Habana de Fito (1)
5Caso La Habana de Fito (1)
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Primeros sucesos (desde el 10 hasta el 15 de junio)
10 de junio:
Juan (Pin) Vilar publicó la siguiente nota en su perfil personal de Facebook:
Para las niñas y las señoras:
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1- Me disculpo con los espectadores porque están viendo una copia mala y robada.
2- Explícitamente, esta mañana, después de consultarlo, dije que NO autorizaba la proyección en televisión.
3- No es el corte definitivo.
Juan Pin Vilar
La Habana, 10 de junio del 2023
IV Año Pandémico.
El crítico y profesor Gustavo Arcos publicó, de forma también inmediata, esta nota:
Sin autorización de su director Juan Vilar, ni de su productor Ricardo Figueredo Oliva está exhibiéndose en el espacio Espectador crítico, el documental La Habana de Fito. Esta proyección que ha incluido una presentación inusual en el programa con tres invitados (dos historiadores y un periodista cultural) obstaculiza y posiblemente invalide el recorrido internacional del filme que verá limitada su presentación en festivales internacionales. Los permisos tampoco han sido consultados con el músico, ni con su representante. Juan Vilar sólo autorizó su exhibición (no comercial) en el proyecto cultural El Ciervo Encantado, evento que fue suspendido sin ofrecerle a su equipo de realización, argumento alguno. Su pase por la tv nacional resulta arbitraria e irresponsable.
11 de junio:
Gustavo Arcos en Facebook:
Algunas observaciones sobre lo sucedido anoche con el documental de Juan Vilar, La Habana de Fito.
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1. No fue autorizado por su director, ni productor. Se produce un violación de sus derechos como artistas y creadores.
2. Fue exhibido en el Havana Film Festival de NY, hace un año. Eso no constituye en ningún lugar del mundo, una presentación comercial. Fue autorizado puntualmente para clausurar el evento. Cualquier otra cuestión relacionada con su exhibición tiene, por ley y regulaciones internacionales, que ser discutida y consensuada con los productores y distribuidores. La TV cubana violentó esa cuestión y ahora condiciona sus futuras presentaciones en festivales o eventos.
3. La copia exhibida no es la final. Es una copia pirateada, presentada con problemas de sonido e imagen.
4. La música de Fito también está protegida por derechos internacionales. Hay que firmar y llegar a acuerdos legales entre las partes, las disqueras y el músico. Su arbitrario pase en tv nacional, constituye una violación de esos derechos y el país puede ser demandado.
5. En Cuba existen leyes de derecho de autor, de Prensa y Comunicación, también Códigos de Ética y asociaciones culturales o artísticas que se supone protegen a los creadores. Resulta una falta de respeto que la tv cubana olvide tales disposiciones. Es más alarmante, que dos ejecutivos de la UNEAC, participen además del triste suceso.
6. Acciones como la vivida anoche han ocurrido múltiples veces en Cuba. No sientan un precedente, son una práctica y una vergüenza. Poco favor le hacen a la nación.
7. La Historia de un país tiene que ser revisada, cuestionada, leída, investigada por todos los ciudadanos. No es propiedad de Fidel (que ya forma parte de ella) ni de nadie. Se construye entre todos, cada día, cada segundo. Todos tenemos derecho, como ciudadanos a repensar y cuestionar esa Historia oficial que ha demostrado estar plagada de lagunas, oportunismo y olvidos. Este documental sitúa a un hombre en un contexto. No es la Versión Única, no es la voz de Dios. Es un ejercicio de memoria a través de indagaciones, recuerdos y emociones. Fito no es un simple entrevistado, él es sujeto activo en el documental. Son sus experiencias, sus provocaciones artísticas, su amor por éste país y su gente las que se exponen. Fito alerta sobre la importancia de salvar y defender valores, entre ellos, el derecho a la libertad de expresión y de pensamiento. Nos invita a romper el discurso único, la sacralización de la verdad, la idealización de los hombres o los eventos. No fue manipulado, como un títere, por Juan Vilar, como se insinuó en la inusual presentación organizada de manera urgente para el espacio.
8. No hay mayor irrespeto al artista, que tanto ha apoyado a Cuba, que esta exhibición en tv sin su consentimiento.
9. Si la TV cubana no es privada, toda la responsabilidad de lo ocurrido recae en las autoridades cubanas, especialmente aquellas relacionadas con políticas culturales, de difusión o de medios.
10. Juan Vilar es un artista respetado, con una larga trayectoria en el audiovisual del país. Es también un ciudadano que sueña, sufre, siente lo que sucede en su nación. Su obra estará marcada por esa angustia existencial. No pretende ser la verdad, es solo un pequeño y personal fragmento de esa ilusión.
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Ricardo Figueredo, productor de “La Habana de Fito”, escribía en su perfil personal de Facebook el 11 de junio:
Buenos Aires 11 de junio de 2023
A la comunidad de cineastas de Iberoamérica y del mundo, a los amantes del cine y de la música, a los justos.
El pasado 29 de abril del 2023, en la sede del grupo de teatro “El Ciervo Encantado”, fue vetada la exhibición de las películas La Habana de Fito, de Juan Pin Vilar, Existen, de Fernando Fraguela y Yulier Rodríguez, y mi cortometraje El Encargado.
Desde el primer momento comprendí, atendiendo a las justificaciones que dieron el viceministro de cultura Fernando Rojas, y el presidente del ICAIC, Ramón Samada, que se trataba de un error que se subsanaría con la exhibición de la película “La Habana de Fito” en el cine Chaplin, como había ocurrido con el resto de las películas ganadoras del Fondo de Fomento para el Cine Cubano y, en el caso específico de “La Habana de Fito”, también se tendrían en cuenta los premios de Producción en la Primera Convocatoria del Fondo de Fomento para el Cine “Independiente” (avalado por el ICAIC y el MINCULT, y el Premio de Distribución del 45 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
El sábado 10 de junio del 2023, a pesar de la negativa expresa de Juan Pin Vilar frente al viceministro Fernando Rojas y el presidente del ICAIC Ramón Samada, La Habana de Fito se exhibió en el programa Espectador crítico de televisión nacional. Juan Pin y el presidente del ICAIC le explicaron al viceministro que, de exhibirse, se estarían violando los acuerdos derivados del Premio de Distribución, afectando su ruta natural por diferentes festivales de cine. Aun así, con una selección de críticos escogidos y sin invitar a Juan Pin, manipularon lo que el documental y el propio Fito Páez expresan, con el objetivo de desacreditar a Juan Pin porque no se doblegó a realizar los cambios sugeridos por el viceministro y el presidente del ICAIC.
Esta acción no solo viola los Derechos de Imagen Fito Páez, también es una violación flagrante de los Derechos de Autor musicales y de Distribución. Es además una falta de respeto personal a Fito Páez quien además fue citado a un encuentro en Buenos Aires por el viceministro de cultura Fernando León Jacomino, para ofrecerle “villas y castillas”, y una vez más, desacreditarnos tanto a Juan Pin como a mí, que soy el productor del documental.
Personalmente, me siento ofendido como cineasta, porque creí (una vez más) que el Fondo de Fomento abriría una pequeña brecha para la libertad creativa, sin embargo, esta acción de censura y manipulación, constituye otro capítulo que demuestra la ingenua fortaleza de los mismos censores que se han encargado, tantas veces, de desaparecer todo vestigio de libertad y sinceridad.
Siento un profundo sentimiento de frustración por la manera tan burda que evidencia el profundo desprecio que sienten estos funcionarios por los artistas. Piensan que pueden silenciarnos de manera tan grotesca, con su inmundo poder, exhibiendo una copia de trabajo y no el corte final de la película.
Ojalá los jóvenes realizadores que están aplicando o que tienen proyectos financiados por el Fondo, no caigan en estos artilugios sin sentidos, que lo único que demuestran es que todo sigue siendo una mentira y que cada día más, burócratas como estos destruyen nuestra cultura y nuestro país.
Con todo el dolor de mi alma pondré una Demanda contra las instituciones y ejecutivos del gobierno cubano, implicados en esta farsa tan torpe, y por su insistencia en irrespetar nuestros derechos como artistas y como ciudadanos.
Ricardo Figueredo Oliva
Productor de La Habana de Fito
Juan Antonio García Borrero en Facebook (11 de junio)
Exhibir de esta manera La Habana de Fito (2023), de Juan Vilar, en la televisión cubana, es en todos los sentidos, un retroceso. No solo porque deja impune el accionar arbitrario de ese censor invisible que, hace unos días, impidió su exhibición en un espacio público, sino porque daña la carrera internacional del documental.
No sé si la televisión cubana cuenta con asesoría jurídica en esta área, o su política de exhibición sigue siendo manejada por los políticos. Al menos en el ICAIC sí hay experiencia de estos asuntos, y las nuevas leyes toman en cuenta a los realizadores independientes y los reconocen como sujetos que tienen derechos.
Francamente: veo muy chapucero este asunto. El mundo que hoy estamos viviendo no es aquel del siglo pasado donde podías exhibir en televisión La laguna azul con el crédito de Néstor Almendros mutilado, y no pasaba nada. Estamos en el siglo XXI, aunque algunos no se enteren.
El día 12, La Jiribilla publicaba, tomado de su muro en Facebook, este texto de Enrique Ubieta:
EL CINISMO DE JUAN PIN
Desde los años noventa del siglo pasado viene esta tendencia, —mientras más evidente es el declive del imperialismo, es decir, del capitalismo, se hace más fuerte—: el cinismo como recurso mediático, como lámina de acero que impida e incluso rechace la explicación de los hechos. Nada es cierto, o todo es cierto, no existe la verdad, ni la izquierda ni la derecha existen, ni la justicia es posible; el cinismo convierte el saber en literatura, o en cine de ficción; no hay que probar o fundamentar lo expuesto, basta con susurrar una hipótesis que se parezca a otras, que iguale todas las intenciones, las que nos defienden y las que nos condenan. El lector-espectador, perdido, atormentado, cederá su derecho a pensar, y creerá, no obstante, que piensa. No solo desaparecerá la verdad, también lo hará la ética.
De Juan Pin se decía que era un creador inteligente. En su documental sobre el cantautor Fito Páez (mera excusa, a pesar de las excelentes imágenes de archivo que las instituciones cubanas le cedieron) descontextualiza la historia, solo concede la palabra a quienes no lo contradicen o a quienes siguen su lógica y repite un discurso burdo que sus autores construyeron en los sesenta, y luego abandonaron por imposible, hasta que el descreimiento lo trajo de vuelta como los desechos plásticos que aparecen en la arena.
No sé si Juan Pin lo cree cierto, probablemente ni siquiera haya meditado en ello: hay demasiado ego en él, y demasiado interés en el mercado de la política, donde lo que vende no es precisamente la verdad. La apuesta que cotizaba el producto era la posible censura. Se apresuró en escribir una carta pública al Presidente de la República. Pero el documental se exhibió en la televisión nacional. Entonces quedó en evidencia que la motivación no era la “libertad de expresión”, sino el mercado: y la exhibición del filme en un medio de alcance masivo en Cuba depreciaba su esfuerzo. El cinismo, el desprecio por la verdad —incluso por la verdad de una hermosa relación como la que Fito y Cuba tejieron—, no tiene valor, tiene precio.
Entre el 11 y el 12 de julio, varios amigos y personas cercanas al realizador Fernando Pérez publicaron en sus perfiles la siguiente nota de este director:
Una vez liquidada (no encuentro otra palabra) la Muestra de Cine Joven pensé que otros espacios alternativos comenzarían a suplir las confrontaciones y difusión del nuevo cine que es hoy y será mañana el rostro del audiovisual cubano más dinámico y renovador. El Ciervo Encantado dirigido por esa gran artista que es Nelda Castillo comenzó a hacerlo.
Hoy me entero que nuevamente la censura impide la proyección de las obras más recientes de Fernando Fraguela, Ricardo Figueredo y Juanpin demostrando que el espacio cultural en Cuba sigue empecinadamente cerrado a la diversidad, a la divergencia y al pensamiento complejizador de nuestra realidad. Pero una vez más la censura no impedirá que el pensamiento siga siendo empecinadamente libre y que, como afirma en el documental de Juanpin ese otro gran artista que es Fito Páez, el arte y la vida sigan expresando su derecho a la duda frente a las verdades absolutas.
Jorge Ángel Hernández en La Jiribilla, 14 de junio de 2023
QUO VADIS, JUAN?
Unos vienen y otros van,
todos por la misma ruta
y no hay un hijo de puta
que te diga: ¡monta, Juan!
(Cuarteta popular)
Si me atuviera al estilo de Caín, bastaría con la cuarteta citada para concluir la crítica cinematográfica a La Habana de Fito, de Juan Pin Vilar. Imagino que, al presentarse como proyecto que consiguiera el premio del Fondo de Fomento —primer elemento curricular que suele pasar inadvertido en las refriegas—, prometería más de lo que ha conseguido mostrar. Aunque parece haberlo pretendido de una manera discreta, el documental no consigue ajustarse al modo usual de estos tiempos en los que el realizador se erige en guía de la línea argumental, como lo han hecho Michael Moore o Paco Ignacio Taibo II, por poner dos ejemplos que el espectador cubano conoce y reconoce. La carismática figura de Fito Páez absorbe por completo su participación y deja mucho que desear en los momentos en que canaliza la trama hacia polémicas que forman parte de viejos estándares de guerra fría: la muerte de Camilo Cienfuegos y el fusilamiento de los secuestradores de lanchas.
Como Fito es un radical enemigo de la pena de muerte (como causa legal), sirve esto de deslizamiento contiguo para cumplir con el hilo rojo del patrón que ha sostenido el bloque anticomunista en la —aún vigente— guerra fría: responsabilizar a Fidel Castro y criminalizar su conducta. Las brevísimas anécdotas que sobre él se cuentan —por parte del cantante y de Cecilia Roth— parecen un pastiche intencional. La misma intervención de la actriz es un parche pegado con silicona caliente, digno de un video de autoayuda amateur.
Bastaría esta serie temática para concluir que el objetivo del documental, más que ofrecer un producto de valor artístico medio, o de mostrar, simple, llana y limpiamente, la relación entrañable y delirante de Fito Páez con Cuba y los cubanos —a los cuales elige con una disciplina ideológica que no es nada ingenua o circunstancial— es presentar un panfleto que se sume a la campaña de guerra cultural que hoy bombardea —sin ética y sin tregua—, el panorama cubano. Objetivo que deja de ser subliminal y se transforma en blasfemia en tanto la manipulación de la opinión que enuncia Fito —cuya naturaleza personal lo induce a chocar contra cualquier autoridad— se deja colgada como si fuese cierta.
Es lamentable que el legado de alguien que tanto representó para los roqueros de entonces, que tanto tuvimos que forcejear con la burocracia para seguir siéndolo —la imagen del Fito desafiante, incontinente y mordaz me llega siempre asociada a la de mi querido amigo, el poeta y periodista Bladimir Zamora—, se haya perdido en un par de malintencionadas direcciones ideológicas. Como si ya no importara, con tal de aparecer, lanzarlo todo al caño. Y ello porque los estamentos de guerra cultural se han radicalizado mucho más que en la era estalinista, o neoestalinista para nosotros, y han definido una conducta tan estricta que apenas le da brecha al creador para jugar con la sugerencia o la metáfora.
Ante la disyuntiva de entrar en el circuito mediático, jugoso económicamente, o seguir apostando por el arte, resultó que la Tierra podría dejarse plana, rectangular o cuadrada, según quepa en el sayo, que varias tallas calza. Para más y vergonzoso servilismo ideológico, hacia el final topamos con un esperpento en el que se muestra a un crítico de arte como presunto equivalente de la visualidad extravagante de Fito. El galimatías del parlamento que enuncia da fe concreta —farsa en sí misma más que muestra— tanto del valor de su obra crítica como —no faltaba más— de los argumentos que esgrime en su postura política. Una vez más el pastiche como recurso de provocación ideológica. Es ése, y no por casualidad casual, el único momento en que el realizador se permite dejar el referente fuera del documental, como un sabichoso que alude al buen entendedor. Entendedor que, de no ajustarse a los patrones de juicio predeterminados, no será bueno nunca más, no lo olvidemos.
Como decía al principio, para ejercer la justa crítica bastaría una boutade cainesca. Pero la coda mediática no viene como ñapa o alharaca. La coda de reacción contra la exhibición pública en la televisión cubana se debe a que el hilo rojo de su recorrido por el circuito comercial dependía de que fuera un producto censurado en Cuba. Desobedecer esa norma entraña un riesgo que va más allá del fracaso comercial momentáneo y puede extenderse al linchamiento como creador. El panorama es despiadado y no le pesa el pulso para la condena a muerte.
Sé, porque lo he investigado y confrontado con fuentes inmediatas —y me reservo por ahora el derecho de no hacerlas públicas—, que la proyección que había autorizado Juan Pin en un espacio didáctico cultural fue suspendida porque se violaron acuerdos de trabajo ajenos a ella misma y, a la vez, forzosamente asociados al acto en que se exhibiría; violaciones que surgieron a posteriori de que la institución implicada diera su consentimiento para su exhibición. En este caso, no parecía haber remilgos para que se exhibiera, pues se esperaba que no se autorizara. De ahí las violaciones que astuta y repentinamente cambian el motivo y aportan la necesaria confusión para el traspaso hacia la propaganda negra. Dejados en la nebulosa estos “detalles”, con el silencio cómplice del realizador, quien supo de ellos de primera fuente, este desplazamiento del motivo hacia el patrón en uso venía a garantizar que se mantuviera la acusación de censura como aval para su posterior circuito. Pero la decisión de exhibirlo en la televisión cubana, en el único espacio que en esa noche nos ofrece algo fuera de la denigrante producción de clase B, tasca la carabina y hace que el tiro recule a la culata.
¿No es sintomático que las mismas personas que se hicieron eco de la supuesta censura se sumaran de inmediato, demagogia adentro, al coro que sale a condenar la exhibición por ilegal? ¿No es, después de todo, incoherente que haya sido premiado por el Fondo de Fomento del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, y que a la vez se presente como un producto censurado en Cuba? Lo es, y nada importa al cinismo de la propaganda, que por el forro se pasa estos “detalles”.
Visto el caso, se comprueba el hecho de que se trata de un episodio más de guerra cultural. Por ello he decidido ir más allá de la crítica posible para dar fe, únicamente, de mi pesar personal ante la circunstancia —maldita— de aceptar cínicamente elementales dictados ideológicos que no valen ni la misa del diablo, aunque al diablo nos manden, sin apelación posible.
El día 15 a las 3:00 p.m. se reunía, en el cine 23 y 12, la Asamblea de Cineastas Cubanos, cuya primera declaración fue:
DECLARACIÓN DE CINEASTAS CUBANOS
15 de junio de 2023.
Lugar: Cine 23 y 12.
La Habana. Cuba
Las decisiones tomadas por instituciones culturales en torno a la exhibición del documental La Habana de Fito, dirigido por Juan Pin Vilar y producido por Ricardo Figueredo, han puesto en evidencia la manera irresponsable con que actúan los funcionarios implicados en estos actos.
Más allá de los criterios que puedan surgir de la apreciación de esta obra, se han cometido sucesivos errores.
A nuestro juicio, entre otros:
- - suspender la proyección (junto a Existen, de Fernando Fraguela y Yulier Rodríguez, y El encargado, de Ricardo Figueredo) programada para la sede del grupo teatral El Ciervo Encantado el día 29 de abril;
- - no ofrecer información pública y satisfactoria sobre esta decisión;
- - presentar una copia no concluida del documental en un programa de la televisión cubana, ignorando la negativa de su director y su productor, y con el propósito explícito de desacreditarlos;
- - en dicho programa participaron dos vicepresidentes de la UNEAC, institución cuya primera función debía ser la defensa de los intereses de los creadores cubanos,
- - publicar en las redes declaraciones donde manipulan lo ocurrido, ofrecen falsas interpretaciones de la Ley de Derecho de Autor, documento que esos funcionarios, como representantes de instituciones públicas, están en la obligación de proteger.
Lo más grave es que procedimientos semejantes se han hecho sistemáticos, sobre todo en relación con el cine. La actuación de esas autoridades culturales ha violado una y otra vez principios éticos que deberían ser el sostén de cualquier diálogo respetuoso y constructivo.
A partir de esta declaración, la Asamblea de Cineastas da inicio a un conjunto de acciones de trabajo para intentar resolver estos problemas.
- Fernando Pérez / director y guionista
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Rebeca Chávez /directora y guionista
Luis Alberto García/ actor, director y productor
Magda González Grau / directora y guionista
Kiki Álvarez / director y guionista
Iván Giroud Garate / curador
Ernesto Daranas Serrano / director y guionista
Jorge Luis Sánchez González/ director y guionista
Marilyn Solaya / directora, actriz y guionista
Manuel Pérez Paredes / director
Juan Antonio Leyva / músico y compositor
Magda R. Galván / músico y compositora
Jorge Perugorría Rodríguez / actor, director y guionista
Gustavo Arcos Fernández-Brito / crítico de cine e investigador
Hamlet Paredes Grau / actor
Armando Capó Ramos / director
Jorge Molina Enríquez / director, actor y guionista
Carlos Urdanivia Hurtado / director de arte
Rafael Rosales Salas / asistente de dirección y director
Rosa María Rodríguez / directora, productora y actriz
Yamila Marrero Montero / productora e historiadora del arte
Manuel A. Rodríguez Yong / productor y director
Deymi D’Atri / directora de fotografía y realizadora
René Arencibia Dávila / director
Denise Guerra Ribas / directora de fotografía
Marcos E. Lowit Ramos / director
Yasser Expósito Cárdena / técnico de cámara
Michel Caballero Acosta / sonidista
Frank Conrado Garces Terrero / editora
Frank Lahera O’Callagan / director y guionista
Yamislaidys Carballo Rodríguez / actriz, directora y guionista
Jesús Darío Acosta / editor
Emmanuel Peña / editor
Ariagna Abreu Rodríguez / productora
Marcos Yglesias / sonidista
Carlos Orlando Pérez / editor
Marian Quintana / editora
Lilmara Cruz Pavón / editora
Glenda Martínez Cabrera / sonidista
Irina Carballosa Socarrás / sonidista
Gloria María Cossío Castro / directora de casting
Annabel Novo / actriz y fotógrafa
Maikel Rodríguez Remedio / productor
Yony Llanes Rodríguez / productor
Vladimir García Herrera / director y productor de animación
Jesús Rubio Molina / director de animación
Sheyla Pool Pastor / sonidista, guionista y directora
Lola Amores / actriz
Frank Fernández Carvajal / productor y director
Aileen Reyes Herrera / directora
Juan Antonio García Borrero / critico e Investigador de cine
Amilcar Salatti / guionista y director
Raydel Araoz / guionista y director
Evelio León / productor y guionista
Jimmy Ochoa / productor y director
Anabel Ramírez Hidalgo / productora
Katherine T. Gavilán / directora, guionista y actriz
Arturo Arango/ Guionista
*QUIENES DESEEN SUSCRIBIR ESTA DECLARACIÓN PUEDEN MANDAR SU NOMBRE A [email protected]
SISTEMÁTICAMENTE IREMOS ACTUALIZANDO LAS FIRMAS QUE SE PUEDAN IR SUMANDO.
Continúa en Caso La Habana de Fito (2).