New York, junio 15 de 1893
Señor Director de Patria.
Presente.
New York, junio 15 de 1893
Señor Director de Patria.
Presente.
Distinguido compatriota:
Al llegar a esta ciudad el 7 del corriente, procedente de La Habana, he visto con tanta sorpresa como indignación —porque injustamente se ataca a mi decoro político— que se le ha dado una interpretación torcida y maliciosa a la entrada ocasional que hice al jardín de la Quinta de los Molinos en compañía de mi hija el 12 del pasado, en La Habana, en ocasión de que allí celebraban una fiesta en obsequio de la Infanta Doña Eulalia.
Mis amigos, mis conocidos, la sociedad entera nos llenó de invitaciones para la fiesta de aquellos días en la capital de la isla. A ninguna asistí, porque no debía, porque no quería asistir. La primera tarde de referencia pasaba en compañía de mi hija por los alrededores de esa Quinta, despreocupada por completo de la celebración que allí se verificaba. Encontramos a nuestros distinguidos amigos, Don Federico Mora y Don José Jerez y, sin intención seguramente por su parte y muy ajena de la nuestra, penetramos en el jardín como continuación del paseo que teníamos emprendido, porque ese jardín es del dominio público. Pronto hube de comprender por las insinuaciones que se nos hicieron para que pasáramos al cuarto de recepción que aquello tenía un carácter que hacía allí penosa mi presencia. Salimos inmediatamente y por tanto no saludé a los Infantes, ni siquiera vi a los Infantes.
Esto es cuanto ha pasado, que dejo al juicio público. Inútil es toda otra explicación. Los que aman la memoria del que yo tanto amé, cuyo recuerdo venero, son los llamados a hacerme justicia. A ésta apelo en situación tan penosa como ha estado mi ánimo al ver comentar cruel y despiadadamente un mero incidente ocasional.
Soy de Vd. atta. y S.S,
Amalia S., viuda de Agramonte
Patria. Año 2, Número 66, New York, 17 de junio de 1893, p.2. Incluida en Destinatario José Martí. Compilación, ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual. Casa editora Abril, La Habana, 2005, p.362.
Comentarios
María Antonia Borroto
4 añosLos investigadores Roberto Méndez y Ana María Pérez Pino abudan en estos sucesos en su su excelente biografía de Amalia Simoni: "Por aquellos días, Amalia y los suyos se encontraban en La Habana y aunque los Simoni conservaban su trato con los marqueses de Casa Calderón y Kessel, enlazados con Pancho Chacón, V conde Casa Bayona y amigo entrañable de Ignacio, así como con otras familias de rancio linaje, en modo alguno quiso la viuda de Agramonte implicarse en aquellos festejos, en los que no era difícil adivinar el júbilo colonialista por la independencia frustrada y la voluntad de perpetuar su dominio en el último florón de la Corona. Desechó todas las invitaciones y sugerencias: aparecer en uno de aquellos salones, prestarse a la mascarada o simplemente derrochar allí sus facultades líricas hubiera sido una traición a los ideales que habían llevado a la muerte a Ignacio y a otros familiares y amigos. "Lo interesante es que, de no haber mediado las circunstancias políticas, Eulalia y Amalia hubieran congeniado. La Infanta era inteligente, enemiga de los convencionalismos sociales y había escandalizado a la corte con sus ideas liberales y con sus amistades, donde se mezclaban políticos, intelectuales, deportistas. Pero, en aquellas circunstancias, un abismo se abría entre ellas”. Roberto Méndez y Ana María Pérez Pino: "Amalia Simoni, una vida oculta". Ed. Ciencias Sociales, La Habana, 2009, pp.180-181.
Beatriz M Goenaga
4 añosSiempre digna Amalia.
Romel Hijarrubia Zell
4 años¡No hace falta decir ni media palabra más! La difamación es arma común entre los viles. La vida de cada cual pone a cada quien en el lugar que le pertenece. Dª Amalia Simoni siempre estará entre las glorias de nuestra Historia. R.