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Sobre el “folk-lore” cubano

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Sobre el “folk-lore” cubano

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A propósito del estudio de José María Chacón,
sobre los Romances tradicionales en Cuba.


I

Es el “folk-lore” el conjunto de las tradiciones populares, de los poemas, de las leyendas, de las canciones que conservadas en un pueblo, vienen a formar algo así como su alma; como parte de su alma, que en esas fingidas pequeñeces adivinamos si es heroica, si es creyente, si es rica en amor o en imaginación. El estudio del folk-lore de un pueblo es, así, empeño de héroes. Hay que esgrimir el pico, con la propia mano, en la cantera; con la propia mano; incansable y paciente, hay que cincelar el mármol, para hacer reverberas el sol sobre la obra limpia. Es, ésta, obra de titanes, que requiere una sólida preparación, una cultura amplísima... Tan amplia que, hasta; hoy, los que más profundamente han cavado en la cantera “folk-lórica” de distintos pueblos han creído encontrar, allá en el fondo de sus excavaciones, como caminos secretos que de uno a otro filón folk-lórico dejan oír el eco, más o menos desfigurado, de las mismas canciones... Y todas hay que conocerlas, para saber cuál es la propia, cuál es la que irisa un matiz del alma popular que se estudia...

En América, es muy reciente el estudio del folk-lore, a pesar de ser, en ella, interesantísimo. ¡A qué conclusiones, ya esperadas o no, se puede llegar, por este humilde camino de las migajas de poesía, esparcidas sin orden, pero que indudablemente, como aquellas del cuento infantil, marcan alguna ruta! ¿Habrá en el Nuevo Continente un folk-lore propio, y hasta qué punto? (El folk-lore tiende a ser universal...) ¿Será uno en toda América, o cada región tiene el suyo?[1] ¿Habrá sólo, disfrazadas, reminiscencias del español, traídas por los conquistadores en las puntas de sus lanzas? No sabemos hasta qué punto los folk-loristas americanos responden hoy a tan interesantes preguntas.

II

Aquí en Cuba, José María Chacón y Calvo, con la paciencia de aquellos monjes medioevales, que pasaban una vida copiando un manuscrito de enrevesadas iniciales, se viene dedicando al estudio de nuestro folk-lore. Doctor en Derecho Civil y Público a los veintidós años, asombra Chacón por la amplitud y profundidad de su cultura literaria, sobre todo en las letras clásicas. Sólo así podía emprender esto fatigoso estudio de nuestro folk-lore, en un medio hostil. Empeño es de león, por la grandeza, y de oveja, por la blancura del vellón.

Su última obra —Romances tradicionales en Cuba—, impresa a su costa, y que no ha puesto a la venta con un orgullo amable, es un paciente estudio de investigación folk-lórica, que le valdrá a su autor las mismas felicitaciones extranjeras que sus Orígenes de la poesía en Cuba, y que viene a enriquecer la literatura cubana con una joya, no de oro relleno sino macizo, como entre nosotros no se acostumbra a hacer. No tenemos para juzgarle la preparación que se requiere: no es esta clase de trabajos de los que se pueden juzgar fácilmente. Esto no impedirá a quienes estén menos preparados aun, hablar mal de Chacón, en tonos descompuestos; de Chacón, león por sus empeños y oveja por lo blanco del vellón, que es de los que al hablar de una administración de robos y pillaje, dicen: “una administración desdichada”.

III

Terminemos acogiendo una idea expuesta por Chacón en su estudio y en él nacida al ver que de las personas a quienes pidió le enviasen, auxiliándole, versiones de distintos romances solo le respondieron Ramiro Capablanca —téngalo a gloria—, y este servidor— a gloria lo tengo.

Pide Chacón que formemos, para coleccionar esas pequeñas piedras que son la necesaria base de los estudios folk-lóricos, sociedades de amantes, ya que no estudiantes, del folk-lore. Estas sociedades pueden extenderse a toda la América, haciendo loable obra de raza.

No basta la independencia. Los pueblos, tienen un alma, como las personas. Esa, el alma nacional, es la que todo pueblo que nace a la vida de las naciones debe perseguir. Nosotros tenemos la independencia; pero, hoy por hoy, no somos más que un pequeñísimo átomo de provincia española, —es decir lo peor de lo peor. Hay una que otra migaja de personalidad en una que otra costumbre, en una que otra manera de ver. Escarbemos en nuestras sabanas, en busca de nuestra nacionalidad; formémosla, agrandémosla. Y a esta obra de nacionalización, en la que afortunadamente trabaja con empeño parte grande de nuestra juventud, se consagra Chacón; y en esa obra magna, que será más gloriosa y duradera, si menos vistosa, que la de los libertadores, podemos ayudarlo con la formación de las sociedades folk-lóricas. Digámoslo alto: la Revolución no ha concluido; es ahora en tierras de almas, como antes en sabanas; y más traidores son los traidores de ahora que los de antes. Toda obra que tienda a buscar entre nosotros matices de propia irradiación, y a estudiar nuestro pasado, para en el recuerdo de las glorias o desdichas nuestras cimentar el patrio amor, es obra buena. ¡Bendito, pues, Chacón, y benditos los ilusos que con él sueñan y trabajan realidades de alma cubana!...

Vox clamantis in deserto...


Tomado de la revista Gráfico, 1914. 
Hemos respetado la ortografía original.
El Camagüey agradece a Jaime López la posibilidad de publicar este texto.

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Comentarios
Romel Hijarrubia Zell
4 días

¡Me quedé con las ganas de saber más sobre nuestro folklore nacional! Lástima, porque se ha perdido tanto de nuestra antigua,- y buena alegría-, que ni "cuentos" de Pepito se conocen desde los años 70 del siglo pasado. Es,- somos-, un pueblo triste por muchas razones que no es el lugar ni el momento valorar o intentar explicar. Ya lo harán los que vengan más tarde, tal vez mucho más tarde, y con ello se habrá perdido gran parte de aquello de que: "Cuba es una Isla de corcho, que jamás se hundirá", porque los cubanos somos,- con orgullo-, un pueblo rico en sentimientos buenos y,- al mal-, respondemos con una risa. R-

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