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Carta a su hijo Máximo (Camagüey, septiembre de 1895)

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Carta a su hijo Máximo (Camagüey, septiembre de 1895)

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Camagüey, septiembre 1895.

Mi querido hijo Máximo:

Como es muy posible que Pancho venga a ponerse al lado mío, en esta vida tan rodeada de peligros, desde ese instante, no solamente considero lo intenso que será tu pesar al separarse tu compañero sino que también sabrás comprender el peso de las grandes responsabilidades y obligaciones que gravitarán sobre tus hombros.

Yo nada tengo que decirte a este respecto, pues desde niños les he enseñado a todos que la única y mejor de todas las religiones es la del deber, y que cuando los hombres saben llenar y cumplir sus exigencias, no solamente ganamos méritos indisputables, en la opinión pública, sino que también nuestra propia conciencia, juez inexorable, nos llena de alegrías el alma aun en medio de las mayores adversidades de la vida.

El respeto y estimación públicas a que tengas derecho por tus propios méritos y por tu conducta intachable, en grado igual irá para nuestro hogar estimación y respeto (sic). El hombre que no labora desde el umbral de su casa hasta la plaza pública y el saló a donde galantea a la dama, que se retire de entre los hombres y vaya a pedir un sito entre las bestias.

Estudia en el gran libro social, siempre abierto para los que quieren leerlo, y trata de imitar a los hombres bien portados, lo mismo en las acciones que en el vestir; a los correctos de pensamientos, a los limpios de corazón y de las manos, a los puros. Huye como caballo desbocado de la falsedad y de la mentira y jamás tengas temor de andar por los laberintos que parecerían más obscuros, si puedes llevar por luz que te alumbre el camino la Justicia y la Verdad.

Ser buen hijo y buen hermano es ser hombre bueno y honrado, títulos de tan inapreciable valor que parece mentira el poco costo que cuesta conseguirlo; sin embargo, tú conoces a muchos que lo desdeñan.

Nunca seas de ésos, y entonces cuenta con mi amor y mi respeto. Mi último pensamiento, si caigo, será para ti; al que dejo mi nombre entero y las obligaciones todas.

Te besa tu papá

M. Gómez


Incluida en Francisco Gómez Toro. En el surco del Generalísimo, por Gerardo Castellanos G., La Habana, 1932, p.298. Tomada de Ideario cubano II. Máximo Gómez. Recopilación y prólogo de Emilio Roig de Leuchsenring. Cuadernos de Historia Habanera 7. La Habana. Municipio de La Habana. Administración del Alcalde Dr. Antonio Beruff Mendieta, 1936, pp.38-39.

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