Loading...

Hoy, viernes, como dije ayer... (Pisto Manchego, 2 de enero de 1925)

3

Hoy, viernes, como dije ayer... (Pisto Manchego, 2 de enero de 1925)

3

Hoy, viernes, como dije ayer, abrió sus puertas nuevamente el colosal establecimiento de ropa La Gran Señora, situado, como todos saben, en la Plaza de las Mercedes y que en relación con las demás casas de su giro entre nosotros significa algo así como la Nueva Funeraria respecto de todas las demás funerarias de la Isla: lo más eficiente y lo mejor montado.

Ayer tuve oportunidad de estar en La Gran Señora. Confieso, sinceramente, que la febril actividad de que vi poseído a todo el personal fue algo que tuvo la virtud de impresionarme vivamente: numerosos empleados corrían apresuradamente de un lado para otro, cargando paquetes, ya de medias, ya de telas diversas, ya de colchonetas. Lo que hace dos días era una verdadera confusión de mercancías, un loquero de artículos, bajo la sabia dirección del simpático Joaquín iba ordenándose, tomando cada cosa su lugar, volviendo al sitio de donde fuera extraída.

Vino a sacarme de mi mutismo admirativo la voz de Boves, que me gritó con esa su característica campechanería:

—¡Qué hubo, Interino, qué pasa! ¡Aquí estamos pegándola desde hace más de cuarenta y ocho horas y ya puedes decirle a la gente que el viernes estamos otra vez abiertos en nuestra Cuba!

Yo sonreí complacido, tanto como si me hubiera regalado un traje debido a la magnífica tijera del gran sastre camagüeyano Sr. Leoncio Barrios, y Joaquín continuó de esta manera, viniendo hacia donde yo estaba:

—Hace tres días que no hay aquí quien descanse. Día y noche nos la pasamos como usted ve y excusado está decir que ni tiempo hay para bañarse. Apenas si lo tenemos para comer, y eso, muy poca cosa.

—¡De modo que aquí no se baña nadie hace tres días! —pregunté yo con cierta excusable inquietud.

—¡Nadie! —me contestó Joaquín con orgullo.

—¡Ya lo había notado!

—¿Cómo dice?

—Digo que son ustedes dignos de pasarse un mes, después que esto acabe, descansando en las mejores camas que pueden conseguir en la colosal ferretería del Sr. Casildo López…

Ya el balance está terminado. Esto era lo importante, tanto para los dueños de La Gran Señora, como por el culto, heroico y legendario pueblo de Camagüey. Para los primeros, porque un balance es una operación de la cual no puede prescindirse a fin de año, como medio único de avalorar las existencias y constatar las ganancias; y para los segundos, porque después de un balance hay una rebaja extraordinaria de los precios. A partir de hoy no podrá decirse con propiedad que se va “a comprar” a La Gran Señora, sino que se va “a que le regalen”.

—¿Dónde vas, chica?

—¿Yo?, pues a La Gran Señora, a que Joaquín me regale unas cuantas cosas que me hacen falta y que en cualquier otra parte tendré que comprar a precios carísimos.

Será muy frecuente oír diálogos como ésos.

Y el que dude de todo esto que estoy diciendo, no tiene más que personarse en el establecimiento citado y decir poco o más o menos lo siguiente, al primer empleado que se eche a la cara:

—Me gusta lo bueno, como lo prueba el hecho de ser un comprador continuo de efectos eléctricos en la Casa Mendía, Maceo 12, y vengo a que me obsequien con dos o tres cositas de las que aquí están regalando y que enumeraré enseguida.

Dicho esto, el interesado hace su nota, la deja y cuando vuelva a su casa, encontrará un paquete con el pedido completo.

¡El colmo de la sabrosura!

Interino
Viernes 2


Publicado en El Camagüeyano, el 2 de enero de 1925. 
Tomado de Nicolás Guillén: Pisto manchego. Compilación y prólogo de Manuel Villabella. La Habana, Ed. Letras Cubanas, 2013, t.III, pp.11-12. (Ésta, como otras tantas, apareció en el periódico sin título propio, eso explica las cursivas en el título con que la publicamos y con que aparece en el citado volumen compilado por Manuel Villabella).
Nota de El Camagüey: Entre 1924 y 1925 Nicolás Guillén asumió la redacción de la sección Pisto Manchego, en el periódico El Camagüeyano, una sección que combinaba la crónica periodística y la publicidad comercial. Debía anunciar los servicios de una funeraria, de un sastre y de El Baturro, las gaseosas Pijuán y el Colmado La Palma, la Casa Mendía, los muebles de Casildo López, los cigarros de Calixto López... La sección era diaria y muy ocurrente. Había sido creada por un periodista español, de apellido Santovenia, y su nombre, el de un plato español, es una metáfora precisamente de la mezcla consustancial a su espíritu, a medio camino entre el periodismo y la publicidad.

4
También en El Camagüey:

El boletín de El Camagüey

Recibe nuestros artículos directamente en tu correo.
Subscribirse
¿No tienes cuenta? Créate una o inicia sesión.