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     Si el verde hermoso de los campos veo,
     si el suave aroma de la flor aspiro,
     si de la fuente los cristales miro,
     y oigo del ave el plácido gorjeo:

     si del espacio en lo infinito leo,
     y de tanta luz bella estudio el giro,
     su origen busco, su esplendor admiro,
     y en contemplar la creación me empleo:

     omnipotente Dios, el alma absorta
     te ve grande, sublime, sin segundo,
     y encuentra débil y mezquino al hombre:

     la inmensidad de tantos cielos corta,
     y átomo leve y miserable el mundo
     para llevar la cifra de tu nombre!

     
      Tomado de El Fígaro. Periódico literario y artístico. La Habana, octubre 21 de 1894, Año X, No.37, p.490.

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