Nuestra casa.
30 de junio de 1851
Alma mía, todo mi ser:
Nuestra casa.
30 de junio de 1851
Alma mía, todo mi ser:
Hoy hace dos meses que salió usted de mi lado, contra mi gusto, y esto le valió no estar en destierro. ¡Quiera Dios que esta patria, a quien está consagrado, y por la cual tanto ha sufrido, se vea al fin reconquistada por el esfuerzo de sus hijos! ¡Yo no ceso de pedirle al Todopoderoso que trasmita al corazón de cada cubano un deseo ardiente de libertad a su patria y que al mismo tiempo le dé valor y virtudes para conseguirlo! He convocado a varias señoras para que en diversos templos se diga una misa solemne para rogar al Dios de los Ejércitos les dé la victoria. La mía se dirá el día 4 y detrás del cuadro de alguna Imagen estará la...
Espero que cuando usted tenga reunidos los patriotas que van a exponerse por dar vida a la patria y para conservar su dignidad de hombres, invocará con ellos, todos de rodillas, al Dios Altísimo, al Dios Justo, que no abandona jamás al que sigue la senda del honor y del deber.
¡Oh, esposo mío! ¡Quién tuviera la dicha de hallarse allí en ese momento supremo! ¡Con cuánto placer estrecharía entre mis manos la de cada uno de esos valientes! ¡Con cuánto amor lo estrecharía yo a usted contra mi corazón, dictándole: ¡Hasta cantar la victoria en la tierra o hasta gozar de la gloria en el cielo!
Pero ya que mis dos hijos me Impiden hallarme allí, reciba usted y ellos todos, los votos de mi corazón.
¡Mi esposo idolatrado! el verdadero valor siempre es prudente; no se ofenda porque le ruegue que en todas ocasiones, como siempre se lo he visto ejecutar, consulte la prudencia.
Nuestros hijos están buenos y le piden a Dios por su adorado papá y por todos los cubanos.
Adiós mi bien, mi ventura, mi solo y único amor.
Josefa
2 de julio (de 1851)
¡Mi bien, mi soldado! Me parece que ninguna ofrenda puede serle más grata ni más querida que la bandera de nuestra patria, y así es que con placer indecible la proyecté y la bordé ayer.
El portador le dirá mi paradero. Deseo que luego se hagan fuertes en un punto me manden a buscar para tener el placer de serles útil.
Estoy, cuanto es posible tranquila y serena, rogando, y esperando en Dios que no los abandonará en su infinita misericordia.
Los niños le mandan besos y yo el alma toda.
Josefa
Nota de El Camagüey: Al no disponer de una imagen fidedigna de Ana Josefa de Agüero, hemos acompañado su página de autor con un fragmento de un cuadro de Iván Kranskoi.
Tomado de Francisco Agüero y Estrada (El Solitario): Biografía de Joaquín de Agüero. Anotada y publicada por Emilia Bernal. La Habana, Molina y Cía, 1935.
Comentarios
El Camagüey
3 añosEmilia Bernal, al editar el texto de El Solitario sobre Agüero (ya publicado en El Camagüey), incluye esta preciosa evocación de Ana Josefa, complemento de cuanto las cartas muestran de ella: "Exactamente contemporánea a la generación, que con datos positivos poetizó sus hechos hasta darles proporciones y matices legendarios, Doña Ana Josefa de Agüero y Perdomo ha pasado a la posteridad como uno de los tipos femeninos más admirables de la Historia. Tipo que esencialmente reúne las características morales, y magníficas condiciones de carácter que eran dote de las mujeres camagüeyanas de su tiempo. "Doña Ana Josefa de Agüero y Perdomo, nació en Camagüey el año de 1820. Se casó, muy joven, con su primo Don Joaquín de Agüero y Agüero. Desde el principio de este enlace. Doña Ana Josefa, absolutamente identificada con su marido en la activa labor que éste desarrollaba para realizar la independencia de Cuba, subió con él al mismo calvario de infortunios, deteniéndola solamente el destino ante el sacrificio último: el de la pérdida trágica de la vida, donde culminó el esposo. Las frases con que Doña Ana Josefa despidió a su marido, en apretado abrazo, cuando éste se tuvo que ausentar definitivamente de la ciudad de Camagüey, en virtud de la persecución del Mariscal Lemery, han pasado a la historia como la expresión más sintética y noble del alma cubana de la época: “¡Ve, y cumple con tu deber, y que cuando vuelva a abrazarte seas un hombre libre!” "Desde que Don Joaquín de Agüero tuvo que marcharse al campo Doña Ana Josefa asumió en la ciudad la dirección del movimiento revolucionarlo camagüeyano en todo lo que concernía a su marido con el cual se comunicaba secretamente. "Próximo a estallar la revolución que fue el 4 de Julio de 1851, día en que el caudillo proclamó la Independencia de su patria, Doña Ana Josefa bordó una bandera cubana que ambicionaba ofrece a su marido para que ondeara sobre su campamento en tan solemne día. "Antes de enviarla fue con ella a la iglesia, y confesando, expuso al sacerdote todo el plan a desarrollar por los patriotas, rogándole la bendición de la enseña. Comulgó, luego, y la bandera fue bendecida, enviándola Doña Ana Josefa a la partida que mandaba Don Joaquín. Pero inmediatamente que el sacerdote Be separó de la gran mujer acudió en denuncia al Mariscal Lemery, que en seguida mandó fuerzas a perseguir a los Insurrectos, dando lugar, con esto, al fracaso, en principio, del movimiento revolucionarlo. "Asimismo, el Mariscal Lemery mandó a detener a Doña Ana Josefa, la que avisada con tiempo, escapó, refugiándose con sus dos hijos en la hacienda lejana de uno de sus parientes. "Desde allí siguió con fervor único el curso de la revolución y al saber que su esposo había caído prisionero y condenado a muerte, turbado su juicio, huyó escondida de sus familiares con sus dos hijos pequeños, a presentarse a las autoridades españolas, diciendo que sólo deseaba ser fusilada con su marido. Pero notada a tiempo su falta, los deudos se echaron a buscarla en unión de los amigos de la cercanía, y habiéndola encontrado desfallecida de cansancio y angustia, la recogieron y trasladaron de nuevo a su refugio. "Entonces, reaccionando momentáneamente al verse entre los suyos, Doña Ana Josefa cayó en la más letárgica Inconsciencia, permaneciendo en ella durante varios días, pasados los cuales volvió con su espesa y negra cabellera totalmente encanecida. "Antes de arrancar de su escondite Doña Ana Josefa escribió a su marido aquella carta secretamente inmortal que Don Joaquín leyó en capilla silencioso y demudado, la cual quemó al instante de leída en uno de los cirios del altar que se había levantado en ella para que realizase sus últimos ritos cristianos. "Expropiada de todos sus recursos, que el gobierno español le confiscó para pagar las costas del proceso de su marido, Doña Ana Josefa emigró a los Estados Unidos de Norte América, con su hijo e hija. "Allí enfermó gravemente el primero y llevada a la clínica del Dr. Wilbur, Doña Ana Josefa encontró en éste y su benemérita mujer, enterados de quien era la ilustre dama, toda la consideración y cariño que ella merecía y que le eran tan necesarios. Hasta que fue descubierta casualmente por la emigración revolucionaria cubana que desde entonces no la abandonó en su desamparo. "Estallada la revolución de Yara, Doña Ana Josefa, con el mismo fervor de sus años mozos se consagró al servicio de la causa cubana, alentando a los tibios, exaltando a los animosos, visitando familias de su tierra, y extranjeras, donde recolectaba toda clase de recursos para enviar en expediciones a los campos insurrectos. Su carácter acusaba con expansiones febriles o con depresión enfermiza los triunfos y fracasos de nuestra epopeya gloriosa... Y al fin, agotada por la miseria y la inclemencia del clima cayó para siempre en 1868. "De nuevo el Dr. Wilbur acudió magnánimo al conocer su muerte, trasladóse a New York y recogió su cadáver que enterró en el cementerio de Siracusa, donde yace con sus dos hijos, que la siguieron a realizar aquella trascendente e inmortal frase que dirigió, en heroica misiva, a su esposo: “¡Hasta cantar la victoria en la tierra o hasta gozar de la gloria en el cielo!’’
Teresa Fernandez Soneira
3 añosGracias por dedicar el post de hoy a la esposa de Joaquín de Aguero. Mucho he buscado una foto de esta mujer, pero no la he encontrado. ¿Tendrán ustedes alguna que pudieran poner aquí? Escribo mucho sobre Ana Josefa de Aguero, y sobre la conspiración de Joaquín Aguero en mi libro Mujeres de la Patria, vol. 1, (Ed. Universal, Miami), pero solo aparece un dibujo de Joaquín. Gracias.
María Antonia Borroto
3 años@Teresa Fernandez Soneira Desgraciadamente no tenemos ninguna imagen fidedigna de ella. Me gustaría acceder a su libro.
Teresa Fernandez Soneira
3 añosEsta el vol. 1 (Guerra del 68) en la Biblioteca Nacional en La Habana. Los 2 volúmenes (el vol. 2 sobre la Guerra de Independencia), los tenía el Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal. Ahora no sé en donde estarán. Tengo entendido por Joaquín Estrada Montalván, que Ud. tiene publicado, con fecha reciente, uno sobre periodismo? o sobre la mujer?
Yamila Ferrá
3 añosGrande nuestras mujeres. Gracias.
Rolando León Viamontes
2 añosEstas cartas nunca llegaron a manos de Joaquín de Agüero, se enviaban junto a la Bandera Cubana y un soneto que ha trascendido en la historia compuesto por Martina Pierra de Agüero, el portador del encargo fue apresado por un teniente español y conducido en el camino de Guanavaquilla. Todo esto y más aparece en el libro del Dr. Vidal Morales y Morales, quien fuese jefe de los Archivos Históricos de Cuba.