Lamenta una torcaz su desconsuelo
sobre la escueta rama de un espino,
mientras los flamboyanes del camino
ensangrientan con pétalos el suelo.
Coro les hace tímido arroyuelo
con dolores de acento cristalino
y altas las nubes con bogar divino
lloran las mismas lágrimas del cielo.
La paloma tendió su raudo vuelo
en pos de otro dolor u otro destino,
murmura el arroyuelo el mismo trino,
el flamboyán deshoja el mismo anhelo.
Codicia el flamboyán al seco espino,
el árbol floreciente al arroyuelo,
éste de la paloma el raudo vuelo,
ella a las nubes su bogar divino.
Cada cual cree mayor su desconsuelo,
a nadie satisface su destino,
paloma, arroyo, flamboyán, espino,
sienten el mismo trastocado anhelo.
No le basta a la nube el firmamento,
ni basta al árbol de la flor la gala,
ni al ave errante la ilusión del ala,
ni al hombre el soberano pensamiento.
Incluido en ¡Como los pájaros! (1922). Tomado Antología literaria. Verso, prosa y traducción poética. Selección e introducción de Manuel J. Santayana Ruiz. Prólogo, edición y notas de Emilio Bernal Labrada. Nueva York, Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), 2020, pp.69-70.