Hoy, por muchas circunstancias,
no sale el Pisto Manchego.
¡Adiós al Ron de Vallvey,
y de la Casa del Pueblo
las primorosas camisas
y los elegantes cuellos!
Ya sé que esto está muy mal
y que no resulta serio
encargarse de un asunto
para no cumplirlo luego;
ya sé que debo, cual siempre
elogiar de Pancho Bueno
los muchos libros que vende
para que se instruya el pueblo.
Ya sé que debo decir
—mi compromiso cumpliendo—
que el Dr. J. S. Ramos
es un magnifico médico
y que en trenes funerarios
nadie le ha ganado a Bueno
y Toledo; y que Zabalo
trabaja bien el cemento...
Pues no, señor; no diré
esta tarde nada de eso
porque es enorme el dolor
de la cabeza que tengo
(tanto que voy a buscar
en Casa Comas remedio)
¿Cómo queréis que yo escriba
estando, lector, enfermo?
Que me dispense Robaina,
el de los juguetes bellos;
que me disculpe Pijuán
que yo habré de agradecérselo.
Con el perdón de ustedes (Pisto manchego, 26 de marzo de 1924)
2Con el perdón de ustedes (Pisto manchego, 26 de marzo de 1924)
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Ha sido un aire. Llegué
muy sofocado, y queriendo
volver al hotel Habana
a ver a mi amigo Cleto
(el cual está que no cabe
en la ropa de contento
por su carro Studebaker
ligero, brillante y bello)
me quité al aire la ropa,
me metí en la ducha presto
y ¡zas! aquí estoy señores,
triste, callado y enfermo.
¿Qué dirá Casildo López,
el de las camas, leyendo
lo que escribo y qué dirán
de mí los fieles dueños
de La Boston y El Baturro
al ver que me es imposible
hablar de vino y zapato,
como lo he venido haciendo?
¡No puedo escribir, señores,
por hoy el Pisto Manchego!
Barrios, mi querido amigo,
veremos sus trajes luego;
y usted, Pardo, sepa que
de sus brevas ya hablaremos.
¡Quieto quiero estar ahora!
¡Ahora quiero estar quieto!
Esperad, pues, a mañana,
que entonces —si ya estoy bueno—
al Colmado de la Palma
le dedicaré un soneto;
una décima a Bertroux
por sus buenos aparetos[1]
y de La Espiga diré
que es de lo más bueno su pan,
que su pan es de lo más bueno...
Conque dispensad, señores,
(¡ay, qué dolor el que tengo!)
y aguantad el Pisto Lírico,
que ya vendrán los Manchegos.
Nota [1]: Se dice “aparato”, pero como me hacía falta un asonante en “e”, puse “apareto”. Por vía de explicación, advierto que los aparatos a que me refiero son los de radio que fabrica el citado señor, sólo comparables por su bondad con las lámparas de la Casa Mendía, con los cigarros Calixto López o con los relojes que vende la Casa Debs.
He terminado.
INTERINO
Publicado en El Camagüeyano, miércoles 26 de marzo de 1924, p.7. Tomado de Pisto manchego. Compilación y prólogo de Manuel Villabella. La Habana. Ed. Letras Cubanas, 2013, t.I, pp.72-74, y rectificado con el original aparecido en el periódico.
Nota de El Camagüey: Entre 1924 y 1925 Nicolás Guillén asumió la redacción de la sección Pisto Manchego, en el periódico El Camagüeyano, una sección que combinaba la crónica periodística y la publicidad comercial. Debía anunciar los servicios de una funeraria, de un sastre y de El Baturro, las gaseosas Pijuán y el Colmado La Palma, la Casa Mendía, los muebles de Casildo López, los cigarros de Calixto López... La sección era diaria y muy ocurrente. Había sido creada por un periodista español, quien firmaba como M. Santoveña, y su nombre, el de un plato español, es una metáfora precisamente de la mezcla consustancial a su espíritu, a medio camino entre el periodismo y la publicidad.