La familia se instaló en La Habana, en la calle San Lázaro, muy cerca de la Universidad de La Habana (UH), donde Olivín inició sus estudios en la Facultad de Derecho. En aquella época, por regla general las muchachas estudiaban pedagogía, pues el derecho se consideraba cosa de hombres; ella, sin embargo, no creyó en tales convencionalismos.
Con sus hermanos.
Los hermanos menores ingresaron en colegios privados católicos habaneros, ubicados en la zona del Vedado. Gilda, según descripción del Dr. Luis Martínez (1954) “era una niña blanca, diminuta, frágil y vivaz, disfrutaba del talento musical de su madre mientras estaba al piano y tecleaba bellas melodías. A la pequeña le nacía su vocación desde lo profundo de su ser, movida por secretos y misteriosos resortes, se erguía sobre sus piececitos menudos y se trocaba de inmediato, se hacía etérea y fina, bailaba, parecía disolverse en el aire”[1].
En la Universidad, Olivín conoció al también estudiante de derecho Julio Antonio Mella, se enamoraron, ella rápidamente se integró a las actividades revolucionarias. Juntos participaron en el Movimiento por la Reforma Universitaria y en las asambleas de la Federación de Estudiantes Universitarios donde se tomaría el acuerdo de celebrar el primer Congreso Nacional de Estudiantes.
En 1922, y ya con cinco años, Gilda comenzó sus estudios en las Madres Ursulinas, colegio católico radicado en La Habana. En ese entonces ya era admirada por su precoz inteligencia.
Julio Antonio Mella y Olivín contrajeron matrimonio el 19 de julio de 1924 con la oposición del padre y del tío de ella. Por algunos testimonios se sabe que “después de una desagradable discusión familiar, Olivín asumiendo una actitud valiente y decidida fue para la casa de Mella”[2].
Las opiniones de algunos amigos y familiares, entre ellos, el abogado Omelio Freyre, tío de Olivín, influyeron en la posición de Oscar Zaldívar, quien consideraba que Mella no le convenía a su hija. “Omelio sostenía que lo iban a matar cualquier día, por sus ideas comunistas. Estos factores fueron determinante para que la oposición fuera total”[3]. Olivín se enfrentó a la familia y en especial al padre quien ejercía gran autoridad y repetía a la madre: Ese joven no le conviene a Olivín[4]. Oscar Zaldívar dio el permiso, pero no asistió al casamiento, que se realizó ante notario en el Juzgado Municipal del Norte de La Habana, sólo concurrieron la madre y una tía política, Susana de Varona y su esposo, quien fue testigo de la boda, pero se negó a estar presente en la ceremonia. Firmó antes de que los novios llegaran y se marchó.
Olivín Zaldívar, viuda de Julio Antonio Mella.
Los recién casados viajaron de luna de miel a la ciudad de Camagüey y se alojaron en la residencia familiar, en el barrio de La Vigía, en las dos habitaciones sin alquilar. La pareja pasaba el día en la casa de los abuelos paternos de Olivín, ubicada en López Recio 1½; por testimonios familiares se conoce que Mella elogió la belleza de la ciudad, su configuración colonial, todo el encanto que encierra y el trato amable y culto de sus habitantes.
A la otra hermana de Gilda Zaldívar, Graciela Zaldívar, nunca le extrañó que Olivín se enamorara de un joven apuesto, atlético, de pelo rizo y bello rostro, pero siempre se preguntaba por qué su padre nunca lo aceptó.
A principios de 1925, cuando Gilda contaba con ocho años de edad, la familia regresó a Camagüey y la niña fue matriculada en la escuela privada Consuelo Miranda, sita en Lope Recio esquina a Finlay[5]. Se apreciaba en ella su gusto por la música y la danza, según lo cuenta Flora Basulto de Montoya, vecina de la familia:
Cuando aún no había visto un ballet, bailaba sola con arte inigualable, allí en su jardín de exóticas plantas, bailaba para sí, bailaba para las mariposas que libaban el néctar de sus flores, bailaba para los pajarillos que se posaban en las ramas y revoloteaban cerca de su cabecita y ella le seguía sus revoloteos con las manos y pies […] así vi a Gilda muchas veces en horas matinales, cuando era pequeñita, cuando nadie se fijaba en sus ritmos coreográficos y yo la veía, como una linda mariposita de nácar y oro, como un precioso pajarito que formaba arabescos con los pies y extendiera sus brazos al espacio como para volar, volar[6].
Estas palabras expresan la temprana vocación de Gilda Zaldívar por el ballet, aun sin haber tenido contacto directo con él, era algo innato y continúa relatando la escritora:
Múltiples veces se sentaba en su chalet, las rodillas unidas y los codos en éstas, los puñitos bajo la barba y la mirada de sus negros ojos perdidos en el espacio como éxtasis. Y en éxtasis estaba... ¿Qué pensará la niña? Y esta pregunta no era en mí inusitada, porque siempre he escudriñado en el alma infantil; siempre leí el libro abierto de su psicología. Por eso conocí a Gilda, pequeñita tejiendo arabescos con manos y pies. Aun me parece verla fina, ágil y flexible[7].
La destreza con que su mamá tocaba el piano debe haber influido m ucho en ella, amén de que creció en el seno de una familia culta y en un ambiente exquisitamente decorado. En los jardines del chalet había muchas orquídeas porque al padre de familia, le gustaban.
Su madre les enseñó a amar el arte, y tanto Gilda como su hermana Graciela en sus juegos de roles incluían el baile. Al principio la familia aplaudió con calor aquella gracia alada y aquella desenvoltura, extraña en una niña tímida y recogida. Luego se preocupó: los caminos del arte son siempre espinosos y duros, y trataron de cerrarle el paso aquella fuerza milagrosa que la movía[8].
En el seno familiar de Gilda Zaldívar se presentaron muchos conflictos a causa del matrimonio de su hermana Oliva. Su cuñado, Julio Antonio Mella fue apresado, acusado, sin pruebas, de haber colocado bombas; fue liberado, después de dieciocho días de huelga de hambre y una campaña popular exigiendo su liberación. Incluso la tía de Olivín, la fiscal Mariana Zaldívar, intercedió ante Rogerio Zayas Bazán para lograr su libertad. Una vez libre, éste partió, vía Honduras, hacia México, donde se radicó.
Olivín, ya embarazada, enfrentó amenazas y toda la tensión en la lucha por la libertad de su esposo y lo siguió al país azteca, donde su primera hija moriría recién nacida. Tan precaria era la su situación económica que tuvieron que enterrarla clandestinamente. Al año siguiente, el 19 de agosto de 1927, Olivín dio a luz otra niña, a la que puso por nombre Natacha, por voluntad de su padre. Como este nombre era ruso, la burocracia no lo aceptó. “Las autoridades del Juzgado la inscribieron como Natalia y así fue bautizada”[9].
En diciembre de 1927 Olivín viaja hacia los Estados Unidos, adonde había ido anteriormente Mella; el barco hace escala en La Habana y aquí la familia le insiste que se quede hasta tener la certeza de la posibilidad de radicarse en aquel país, ya que en México “la mayoría de las veces tenían que compartir la poca comida con varios exiliados, dormir en el suelo en unas colchonetas, cortaban la luz y no podían pagarla porque no tenían dinero, y pensando en el bienestar de la hija tomo la dura decisión de separarse”[10]. Olivín se establece inicialmente en Camagüey, con su hija, de unos nueve meses entonces. Sus padres apoyaron su decisión y le sugirieron que aprovechara su estancia en Cuba y terminara su carrera de derecho, ya que solo le faltaban dos asignaturas para graduarse. Se traslada a La Habana en 1928 y “a pesar de la constante vigilancia a la que era sometida […], por parte de la policía machadista, reinicia sus estudios en Derecho Diplomático”[11]. Cursando el último año de la carrera, recibe en enero de 1929 la noticia del asesinato de su esposo en México, rechaza las versiones de un supuesto crimen pasional y acusa directamente al dictador Gerardo Machado; no obstante, logra terminar su carrera y de regreso a Camagüey, reside en la calle Finlay # 8, donde vivían sus padres. En esta ciudad se incorpora de lleno a labores conspirativas contra la dictadura y se expide a su nombre una orden de detención. Avisada a tiempo logra “escapar a la Habana y de allí parte a New York, donde se mantiene hasta la caída del tirano el 12 de agosto de 1933”[12].
Al regresar a Cuba, Olivín, por su título universitario, su historia revolucionaria en Camagüey, La Habana y México, y por ser, además, la viuda de Julio Antonio Mella, fue designada embajadora itinerante en Europa. En octubre de 1933 el nuevo gobierno cubano la nombra agregada de la Embajada de Cuba en Alemania.
Gilda mientras estudiaba en Europa.
Su hermana más pequeña se había convertido en una preciosa jovencita de 16 años, próxima a terminar la Segunda Enseñanza. El 18 de mayo de 1934 las dos hermanas viajan en el trasatlántico de bandera alemana Sierra Ventana de Tarasquesa. Ambas jóvenes se trasladaron a Oslo, Noruega, ya que Olivín es nombrada en un cargo itinerante en la embajada de Cuba en ese país escandinavo.
Estando instaladas en Noruega, “Gilda Zaldívar y su sobrina Natacha, que ya contaba con la edad de siete años, tomaron clases de ballet con la profesora Love Krohn, quien fue alumna de la reconocida Ana Pavlova”[13]. Por su influencia en su hermana menor debo aludir con mucha frecuencia a Olivín, pues ejerció mucha influencia sobre su hermana menor, algo que en aquel entonces era muy usual. Gracias a su designación como embajadora, la hermana menor pudo recorrer Europa, aprender idiomas, estudiar ballet: convertirse, en fin, en una excelente artista.
Se sabe que acompañaba a su hermana a todas partes y que su goce mayor era admirar a las grandes bailarinas. “Convertida en una mujer, danzó con severos ministros, almidonados embajadores y encargados de negocios, escuchó los halagos de los jóvenes contemporáneos y la cortesía de varios caballeros”[14].
En Noruega, esquiando con su sobrina Natacha Mella. Junto a ellas, un instructor.
En la crónica dedicada a ella el 20 de abril de 1941, se recoge, en síntesis, cómo fueron sus inicios en el mundo del ballet: Su vocación por la danza le trazó ese camino siendo aún muy pequeña. En los umbrales de la adolescencia se trasladó a Escandinavia donde tomó clases con la famosa artista Love Krohn, condiscípula de Anna Pavlova y ambas alumnas del ínclito profesor Enrico Cecetti. En Oslo actuó Gilda en el Teatro Real[15].
En su estancia en Europa obtuvo sus primeros reconocimientos. En una recepción oficial ofrecida por el Cuerpo Diplomático, organizada por su maestra en honor de sus Altezas Reales, la bailarina cubana fue seleccionada para danzar ante los reyes de Noruega una rumba fusionada con elementos de ballet clásico, vistiendo la clásica bata cubana y usando unas maracas. Manuel del Pino, historiador del Ballet de Camagüey, afirma que era la primera vez que bailaba una cubana en ese país y se escuchaba nuestra música. Gilda abrió el programa con un número atrevidísimo, una estilización de la rumba cubana, creación propia aplaudida por todos.
Al regresar a Cuba en los primeros meses de 1935, con 18 años de edad, Gilda comienza una nueva etapa como bailarina. Continuó su preparación profesional en La Habana y formó parte del cuerpo de discípulas de Dania D´Esko. Ella soñaba con consagrarse al ballet, con vivir profesionalmente como una bailarina. Para esa fecha, había recibido clases en Estados Unidos con el profesor Jean Jazvinsky, quien fuera director del Ballet de Montecarlo. Viajaba sistemáticamente a los Estados Unidos para perfeccionar su técnica: pasaba los tres meses del verano en New York, donde tomaba clases con el profesor Michel Fokine.
La bailarina regresó a la vieja casona de Avenida de los Mártires, donde su familia había vuelto a residir desde 1930; mientras su hermano Oscar se desempeñaba como vicecónsul en Noruega.
Tras su retorno a Camagüey, en el año 1936, Gilda Zaldívar fundó “la primera academia de ballet cubana autóctona, porque la de Pro Arte Musical de La Habana era una escuela de profesores extranjeros, acreditados en Cuba”[16]; y es la primera y única institución de este tipo en Camagüey, ya que antes de este año no hay registro en la región de otra academia de baile. Además de instaurar la enseñanza del ballet clásico promociona otras modalidades como top dance, danzas de salón, gimnasia para varones, entre otras.
Alumnas de la academia de Gilda Zaldívar Freyre en la sala de su propia casa en la Avenida de los Mártires.
La institución era privada, aunque vale aclarar que alguna niña pobre se incorporó como pupila, tal fue el caso de Vicentina de la Torre Recio, quien ingresa a la Academia en 1948.
Tuvo inicialmente como “pianista acompañante a Rafael Bergaza Zerquera (Felo Bergaza), señor músico y compositor, importante personalidad cultural de la época, destacado por sus variados ritmos y su cubanía, siendo un complemento esencial para las clases de ballet que impartía”[17].
A Gilda Zaldívar no se le puede entender aislada de su contexto y vida sociopolítica, en 1937 fue vicesecretaria de actas de delegación camagüeyana de la Asociación del Niño Español. Organizó toda clase de labor de propaganda con el fin de tener apoyo moral y material para los niños españoles cuyas vidas y sueños destrozaba la terrible guerra civil española. Según testimonio ofrecido por el Doctor Leopoldo de Quesada, quien la conoció y admiró: Gilda organizó funciones de ballet para recaudar fondos con estos fines y además contribuyó con dinero para que los estudiantes pudieran desarrollar actos patrióticos y de protesta contra la nueva tiranía, Fulgencio Batista. La joven maestra se integró a sucesos políticos y sociales desarrollados en la República[18].
Con René Rodríguez Mondeja, su primer esposo y pareja de baile.
El 29 de diciembre de 1938 cuando Gilda Zaldívar contaba con 21 años de edad contrajo matrimonio con el también bailarín René Rodríguez Mondeja, de 19 años de edad, quien había sido desde 1937 su partenaire.
La joven pareja se presentaba en la Terraza Riverside, primer Cabaret que tuvo la ciudad de Camagüey, y periódicamente ofrecían funciones en el Teatro Principal. A pesar de que la unión matrimonial duró muy poco, René Rodríguez fue un gran compañero para ella en la labor de la enseñanza, ambos además de “instaurar la enseñanza del ballet clásico, promocionaron: bailes de salón y tap dance, impartían gimnasia sueca, ejercicios para señoras y niños, aparte de una sección de gimnasia para caballeros, bajo la dirección de René Rodríguez”[19].
El periódico El Camagüeyano elogiaría el debut de “Gilda Zaldívar y su conjunto de alumnas que hicieron la presentación por primera vez en un magnífico recital de bailes clásicos” en el Teatro Principal el 7 de diciembre 1937, por un precio de 50 centavos la luneta.
La Academia de Gilda fue la primera de su tipo en debutar en el coliseo camagüeyano, las localidades siempre se agotaban, los palcos eran privilegio de las familias con mejor posición y las lunetas se vendían a 50 centavos. Las capacidades eran vendidas en las taquillas del Teatro Principal o en las oficinas del Teatro Encanto, también radicaba un punto de ventas en la propia casa de Gilda Zaldívar y se podía reservar llamando al número propio 2656.
Según el periódico El Camagüeyano el 12 de diciembre de 1938, se presenta nuevamente el ballet de Gilda Zaldívar en el Teatro Principal. Los niños interpretaron Blanca Nieves y los siete enanitos. En esta ocasión como varios espectadores no alcanzaron localidades para disfrutar de la presentación, se pidió a la maestra repetir el espectáculo al día siguiente, lo que sucedió en el Cine Teatro Guerrero.
A partir del año 1939, a pesar del quebranto de su salud, continuó su labor pedagógica y su indetenible carrera artística, hasta el punto que 1940 fue muy intenso para la Academia de Ballet: el 7 de marzo estrenaron en el Principal La Bella Durmiente, mientras que el 3 de octubre ella y René Rodríguez presentaron Petite Revue.
Junto a alumnas de su academia.
En otras ocasiones ofrecieron como número principal En una juguetería, con fantasía de personajes como muñecos, arlequines, soldaditos, payasos, pierrots, colombiana, raros animales, llena de motivos alegres y danzas de un gusto exquisito. En el programa figuró un acto de variedades en el que fueron montadas diversas danzas, con diferentes cuadros, y desfilaron niños con trajes típicos de varios países presentados con música vernácula y trajes apropiados a cada país que se presentó; el cuadro chino fue el que más llamó la atención, por su música suave y delicada, aparte de su decorado que llamó la atención de todos. Los decorados vinieron expresamente de la Capital de la República, habiendo sido seleccionados a tono con el carácter de la fiesta y como en años anteriores las localidades quedaron agotadas. Este día se ofreció el siguiente programa:
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Primera parte:
1. En el jardín de un templo chino, Ketelbey.
Coro: Martha Jiménez, Yolanda Correoso, Graciela Morán, Marianita Tate, Hilda Massa, Zulima Pérez y Rosita Blanco.
Solista: Gloria M. Boza y Boza.
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2. El torerito.
G García y Daisy Montiel Miralles.
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3. Pantomimas griegas, Bancarola de Offenbach.
Coro: Aida y Milagros Ramírez, Lolin Correoso, Laura Padrón y María del Carmen Sánchez.
Solista: Gloria M. Boza y Boza.
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4. En una juguetería, ballet en un acto.
Música: Johns Strauss, Poncielli, Tschaikowsky y Richard Strauss. Orquesta Sinfónica de Filadelfia, bajo la dirección de L Stokowski (Movietone)
Reparto:
Juguetero: Armandito Pérez.
Clientes: María del Carmen García y Angelito Pérez.
Muñeca: Armantinita Montiel Miralles (hermana de Daisy)
Florista: Rosita Blanco.
Globo: Daisy Montiel.
Naipe: Laura Padrón Melgar.
Diablillo: Lolin Correoso.
Pierrot: Bertha Moran Warren.
Trompo: Lourdes Rodríguez Toymil.
Pirata: María del Carmen Sánchez Suárez.
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Segunda parte:
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1. Fantasía árabe. Danza de Salomé, Richard Strauss.
Coro: Laura Padrón, Aida Ramírez, Argentina Massa, Lolin Correoso, María del Carmen García y Berta Moran.
Solista: Lourdes Ramírez Toymil.
Sultán: Pepito Beltrán Lamar.
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2. International cocktail.
a) Danza Cosaca. Dos Guitarras, Angelito Pérez.
b) Tap Dance Who de Blue, Daisy Montiel.
c) Danza campesina rusa. Lezgiuska, Gilda Zaldívar y Angelito Pérez.
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3. You and you. Johns Strauss. Vals
Cuarteto: Silvia Balais, Gloria Boza, Laura Padrón y María del Carmen Sánchez.
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4. Acrobacia y ejercicios rítmicos. Eva Franz Lehar.
Coro: Bertha Moran, Marianita Tate, Hilda Massa y Georgina Senra. Milagros Ramírez, María Del Carmen García y Zulima Pérez.
Solistas: Rosita Blanco y Angelito Pérez.
La escuela de ballet no cesaba sus presentaciones en el Teatro Principal. El 25 de mayo de 1948 estrenan, en la primera parte de la función, un nuevo repertorio, que incluía un ballet inspirado en el poema de Rubén Darío Sonatina, con coreografía de Gilda Zaldívar y adaptación sobre la música de la suite Cascanueces, de Tschaikowsky. La segunda parte contenía varios números entre ellos: La muerte del cisne, de Saint-Saëns (una creación muy suya, era su ballet preferido y llegó a dominarlo con gran maestría), y el Romance de Tschaikowsky en los cuales tomó lugar la propia Gilda.
Su buen gusto, su sensibilidad y su talento artístico, se pusieron de relieve en sus presentaciones. En la noche de ese día, no solo se valoró el tesón y la impecable dirección artística, sino su acierto como coreógrafa, el montaje de la Sonatina y el de otros números igualmente valiosos se debieron a su libre inspiración.
En escena.
Además de la Sonatina de Rubén Darío el repertorio se fue enriqueciendo, en la presentación del 25 de mayo de 1949 subieron a escena números muy finos, entre los que resaltaron: Las muñequitas de porcelana de Sevres, fantasía coreográfica que tuvo por fondo musical La Polonesa de la Ópera Mignon, el cuadro escandinavo Bajo el sol de medianoche, en un exótico paisaje nevado, fue escenificado por un grupo de niñas vestidas de patinadoras. Además de la ocasión de admirar a Gilda Zaldívar en algunos números tan sugestivos como: El Romano, de Tschaikowsky y La muerte del cisne, de Saint-Saëns. El montaje fue suntuoso, el vestuario riquísimo y la orquesta estuvo compuesta por 32 músicos bajo la dirección de Ángel Álvarez. Las ventas de estas localidades fueron en las oficinas del Teatro Encanto y en la tienda El Encanto.
Al mes de ésta se realizó la que fuera su última presentación: el 26 de junio de 1949 vuelve a la escena del Principal la escuela de Gilda Zaldívar, en esta ocasión con La Escuela, a cargo del cuerpo de baile integrado por Marisa Barreto, María Eugenia Miranda, Olga Zayas Bazán, Thelma Caballero, Alba Estrada, Consuelo Villena, María H. Adán, Magali Valdesuso, Angelina Tomeu, Ángela M. Parés, Esther M. Alina Grimany y Ana Antón.
Desde muy temprana edad Gilda presentó problemas de salud y como relata su sobrino- nieto, Armando Olimpo Caymares, era muy meticulosa para comer y había un día a la semana, el viernes, en el que solo comía frutas, vegetales y jugos. Entre otras afectaciones la bailarina camagüeyana vivió con lo que popularmente es conocido como “riñón flotante”.
Con su mamá y sus hermanos.
Antes de la muerte del padre, ocurrida en 18 de octubre de 1948, ya Gilda había sido operada de una catarata juvenil. Posteriormente se le detecta un carcinoma de seno con metástasis en los pulmones. Se cuenta que una vez realizada la primera biopsia y frente a la reticencia por decirle la verdad, le arrebató al médico el papel donde aparecían los resultados. En su casa todos evitaban hablar del asunto, “y dice abuela que ella se puso como una fiera y le dijo a su padre y a Graciela: «todos me están engañando, pero ya yo lo sé todo porque vi el documento, vi la biopsia y sé que lo que tengo es malo». O sea que ella sabía, no se podía engañar”[20].
La salud de Gilda Zaldívar cada vez se iba haciendo más precaria, su última presentación en la escena del Principal fue, como ya se aclaró, en 1949. Con una salud frágil contrajo nuevas nupcias con el profesor francés Charles Schrimpf, varios años mayor que ella. La nueva pareja emprende un corto viaje a los Estados Unidos, tratando de hallar una mejoría a la quebrantada salud de la bailarina; aprovechan la ocasión y se casan.
Segundas nupcias
En 1950 se mantiene activa, sus alumnas la recuerdan sentada dirigiendo las clases de ballet, pues el cáncer, en fase muy avanzada laceraba su organismo y la había ido paralizando poco a poco. En los últimos días de abril de 1951 su estado empeoró notablemente, antes de estar en estado comatoso, la joven pidió a sus familiares ser amortajada con su traje de La muerte del cisne este había sido su ballet preferido y quería que la acompañara hasta la eternidad. Murió el 2 de mayo de 1951 a las nueve de la mañana, con apenas 33 años de edad, en la calle Alfredo Adán 502 altos, a consecuencia de carcinoma de la mama como causa directa e indirecta de su muerte, el cadáver fue sepultado en el cementerio general de la ciudad y su defunción fue declarada por su tío Miguel Zaldívar Peyrellade, el 3 de mayo de 1951 a las 8:05 am.
Olivín y toda la familia Zaldívar Freyre sufrió un duro golpe tras la muerte de Gilda Zaldívar, muy querida en los círculos sociales de la ciudad, por mantener en su residencia, la primera escuela de ballet de esa ciudad. Para Olivia la muerte de Gilda fue una gran pena, su hermana era como una hija, “Gilda fue admiradora profunda de Julio Antonio Mella y lo consideraba y respetaba en toda su inmensidad. Su hermana fue aliento y cariño para Olivín ante los momentos difíciles que a lo largo de su accidentada vida tuvo que enfrentar”[21].
Homenaje a Gilda Zaldívar en la que fuera su casa y sede de su academia.
El 24 de enero de 1954 fue develada una tarja en la casa donde nació Gilda Zaldívar, quien era considerada como excepcional artista[22]. Su viudo, el señor Charles Schrimpf, manifestó que merecía el perpetuo y póstumo homenaje porque fue la precursora, la primera que enseñó ballet en la tierra que ella naciera y consagró su vida al arte.
Gilda Zaldívar Freyre incorporó y montó con sus alumnas versiones de obras universales del ballet clásico, aprendidos y traídos de sus viajes por Europa; sentó las bases del futuro desarrollo del ballet en Camagüey e influyó en el gusto del público de la región.
A esta hija legítima de la tierra agramontina le corresponde la gloria de haber iniciado la hermosa trayectoria del ballet en esta provincia; es por ello que pasa a la historia como la fundadora de la enseñanza de ballet en Camagüey.
Referencias:
[1] Luis Martínez Luis. Programa dedicado a Gilda Zaldívar a cargo del profesor del Instituto de Segunda Enseñanza. Camagüey, 1954. El Dr. Luis Martínez era catedrático del Instituto de Segunda Enseñanza y promotor cultural.
[2] Adys Cupull y Froilán González. Hasta que llegue el tiempo. La Habana. Editora Política. 1999, p.86.
[3] Ibídem.
[4] Ibídem.
[5] Entrevista a Maritza de León Zaldívar.
[6] Flora Basulto de Montoya: “Motivos culturales”. El Camagüeyano, Año LIV, Camagüey, 27 de enero 1954.
[7] Ibídem.
[8] Luis Martínez: Programa dedicado a Gilda Zaldívar a cargo del profesor del Instituto de Segunda Enseñanza. Camagüey, 1954.
[9] Entrevista a Armando Olimpo Caymares, sobrino nieto de Gilda Zaldívar Freyre. La Habana, 2019.
[10] Adys Cupull y Froilán González. Ob.cit., p, 91.
[11] Ibídem.
[12] Ibídem.
[13] Ibídem.
[14] Entrevista a Armando Olimpo Caymares.
[15] Luis Martínez: Programa dedicado a Gilda Zaldívar a cargo del profesor del Instituto de Segunda Enseñanza. Camagüey, 1954.
[16] Archivo Histórico Provincial. Fondo Juárez Cano, 29 de enero 1936, Carpeta 84.
[17] Periódico El Camagüeyano, p,4.
[18] Entrevista a Armando Olimpo Caymares.
[19] Ibídem.
[20] Ibídem.
[21] Adys Cupull y Froilán González: Ob.cit.
[22] Ibídem.