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Circular con motivo de la nueva Constitución (1940)

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Circular con motivo de la nueva Constitución (1940)

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Cerrado por la nueva Constitución el período más crítico de nuestra existencia nacional, cúmplenos rendir acciones de gracias al Altísimo, pues si bien es cierto que la perfección, tan difícil de alcanzar en toda obra humana, no se puede proclamar en nuestra Carta Magna, nada es peor que la incertidumbre de una revolución sin fin en un Estado democrático sin su necesaria base. Nobles y animadas discusiones hubo en las que los constituyentistas en mayoría abrumadora proclamando la existencia de Dios, de quien toda potestad dimana, y en cuyo nombre principia nuestra Constitución, determinaron la libertad de cultos con el debido respeto a la moral cristiana; sustentaron la necesidad de mantener libre la enseñanza religiosa privada; prescribieron la extinción de los gravámenes perpetuos de la propiedad, respetando los derechos del sector de la población afectado por esa medida que realizarán posteriores leyes; y dejaron camino abierto a toda reforma que la experiencia haga necesario en el futuro.

Hoy importa ejercer el derecho del sufragio, no quedándose los defensores de nuestros santos ideales rezagados en el uso de un derecho, como lo determinan las leyes, el próximo día 14 de julio.

Al efecto nos ha parecido oportuno advertir, atendidas las circunstancias actuales:

Primero: que la Iglesia Católica en esta Arquidiócesis no tiene conexión con partido político alguno.

Segundo: que todo católico puede y debe votar libremente en cualquiera de nuestros partidos políticos, con la sola excepción del que mantenga un programa antirreligioso y ateo, seleccionando el candidato que por su honestidad y competencia más garantías ofrezca a los mejores ideales y necesidades de la Nación.

Tercero: que se puede votar directamente por un buen candidato, aunque indirectamente se favorezca a uno que no lo sea, porque sería peor la abstención por evitar lo segundo, dejando el campo libre a algún contrario.

Cuarto: que se debe sacrificar la simpatía personal, votando por algún buen candidato de arrastre a juicio de los entendidos en la materia política electoral.

Quinto: que no se debe votar en columna en blanco por los candidatos que ya figuren en las columnas de las boletas electorales, pues eso inutiliza el voto, y

Sexto: en resumen, que no debe dejarse de votar.

Contribuyamos todos a los mejores destinos de la Patria con la fe puesta en Dios y en la santidad de nuestros ideales.

La Habana, 20 de junio de 1940


Tomado de La voz de la Iglesia en Cuba (100 documentos episcopales). Disponible en https://www.palabranueva.net/documentos-del-siglo-xx/

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Comentarios
Y. J. Hall
2 años

Qué bella La Habana de la foto. ¡Cómo me hubiera gustado verla! ¿Qué quiere decir lo siguiente: “prescribieron la extinción de los gravámenes perpetuos de la propiedad, respetando los derechos del sector de la población afectado por esa medida que realizarán posteriores leyes”?

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María Antonia Borroto
2 años

@Y. J. Hall Voy a indagar entre especialistas en Derecho Constitucional.

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Mariem Cetelbait Gómez Chacour
2 años

Crecí en la enseñanza católica, si hoy la profeso es como un regalo de Dios, quiero decir no sigo doctrinas de hombres y sé que en toda institución humana hay defectos, pecados... Le doy gracias al Camaguey por la publicación de está antigua pastoral y me siento feliz por ello, porque es la proyección de una sociedad con arraigo de nación. Además los camagueyanos tenemos el orgullo de dos cardenales, entiéndase que están en los conclaves para el gir papas.

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Mariem Cetelbait Gómez Chacour
2 años

Perdón me faltó expresar que demuestra que ni los curas eran tan retrógrados ni aquella sociedad estaba mal fundamentada y convocaba y orientaba a personas libres del ejercicio de sus derechos en los acuerdos constitucionales de una nación

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María Antonia Borroto
2 años

@Mariem Cetelbait Gómez Chacour Plenamente de acuerdo.

María Antonia Borroto
2 años

Publicar un texto a Monseñor Arteaga era una vieja deuda de El Camagüey. Andamos tras su discurso de ingreso a la Academia Cubana de la Lengua y de otros textos suyos o sobre él. En breve publicaremos algo sobre Pérez Serantes, quien antes de ser obispo de Santiago de Cuba lo fue de Camagüey durante varios años. Nos interesa muchísimo resaltar algo que Mariem Gómez apunta en su comentario: cómo la Iglesia Católica acompañaba y alentaba a los creyentes, y no solo a ellos, a cumplir sus deberes ciudadanos.

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