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Murió Vargas Llosa

Murió Vargas Llosa

Lo que más me impresionó de la larga y brillante carrera de Vargas Llosa (Primer Marqués de Vargas Llosa, además de otros detalles menores como el Nobel o el Cervantes) fue que, equivocado o no, mantuvo siempre su independencia de pensamiento en épocas en que, por ejemplo, pelearse con la izquierda podía llevar a la muerte civil a un escritor latinoamericano. Los sesenta y los setenta y los ochenta, ahí sí había cancel culture, y fue precisamente en ese tiempo cuando se le ocurrió renegar de la ideología que encandiló a su juventud.

Hace unos años estaba en la biblioteca de Harvard y alguien me pidió recomendaciones de novelistas latinoamericanos para leer. Le dije que leyera a Vargas Llosa primero y a los demás después, y que era una lástima que por el sesgo izquierdoso del Nobel no se lo iban a dar nunca. Pero el Nobel había cambiado, y se lo dieron unos días después. Fue una coincidencia maravillosa, y nunca me alegró tanto estar equivocado.


Aquí yace Jonathan Swift:

Ya la salvaje indignación
No podrá lacerar su pecho.
Viajero, sigue adelante
E imítalo si puedes:
En la medida de sus fuerzas
Sirvió a la libertad humana.
(Epitafio en la catedral de St. Patrick, Dublin)


    Murió Mario Vargas Llosa.
    Políticos y letrados
    Hablarán de su legado
    Y a otra cosa mariposa.
    Florecerán otras rosas
    En su Arequipa natal
    Porque murió el inmortal
    Pero vive la Pasión
    De aquella Conversación
    En aquella Catedral.

    Andes, selva, ríos profundos,
    Llevó en la sangre al Perú.
    Escribió cada tabú,
    Su guerra del fin del mundo.
    Elegante vagabundo
    Tinta en sangre fue su tinta
    Siempre una senda distinta
    Los pasos del que se pierde
    Dentro de su Casa Verde
    La que nunca se despinta.

    Con tía Julia están de luto
    Pantaleón y sus muchachas
    Sólo se alegran los fachas,
    Los comuñangas, los brutos.
    Pues no tiene sustituto
    Ni heredero, y en su entierro
    Lloran lágrimas de hierro
    Las verjas de Leoncio Prado
    Que dejó inmortalizado
    En La ciudad y los perros.

    Escribía muy bien Don Mario
    Pero la fama es espuma
    Cuando no empapa la pluma
    En su vicio solitario
    El forcejeo diario
    Con la verdad sin doblez.
    No por genio o por marqués:
    Vivirá en la eternidad
    Pues sirvió a la libertad
    Como Swift el irlandés.

Mario Vargas Llosa 
Foto tomada de France 24
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