El hombre se hizo siempre
de todo material,
de villas señoriales
o barrio marginal.
Toda época fue pieza
de un rompecabezas
para subir la cuesta
del gran reino animal,
con una mano negra
y otra blanca mortal.
Mortales ingredientes
armaron al Mayor:
luz de terratenientes
y de revolución:
destreza de la esgrima,
sucesos como un preso,
Amalia abandonada
por la bala,
la vergüenza, el amor;
o un fusilamiento
un viejo cuento,
modelaron su adiós.
Va cabalgando
El Mayor con su herida,
y mientras más mortal el tajo
es más de vida.
Va cabalgando
sobre una palma escrita,
y a la distancia de cien años
resucita.
Trota sobre la espuma,
seguido por un mar
de negros en machete
y sin encadenar.
Ordena a su corneta
El toque de a degüello,
y a un siglo de distancia
entona nuestra canción
y con recia garganta
canta, espanta
lejos la maldición.
Va cabalgando
El Mayor con su herida,
y mientras más mortal el tajo
es más de vida.
Va cabalgando
sobre una palma escrita,
y a la distancia de cien años
resucita.
(1973)
La letra ha sido cotejada con la versión que aparece en el libro de Víctor Casaus y Luis Rogelio Nogueras: Silvio: que levante la mano la guitarra. La Habana, Letras Cubanas, 1988, (3ra. edición), pp.146-147.