Alto y enjuto y de ademán severo,
Del enemigo estuvo cara a cara
Con la enseña de Cárdenas y Yara
De los Diez Años en el lapso entero.
“Voy a partir —exclama— mas... ¡espero!”
Y de Baire a la bélica algazara,
Como saeta su corcel dispara
Y La Invasión escribe con su acero.
De libertad al delirante grito,
“¡Salve —prorrumpe el pueblo— al Presidente!
¡Con flores deja que tu senda alfombre!”
Mas él, formado de inmortal granito,
Dice, indicando al solitario ausente
Con suprema grandeza: “Éste es el hombre”.
Tomado de El Fígaro, Año XVIII, Núms. 18, 19 y 20, La Habana, Mayo 20 de 1902, p.225.