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Al Dr. Max Henríquez Ureña,
ilustre panegirista del sublime Apóstol cubano


    Su alma fue un mundo de excelsas virtudes humanas
    Donde germinaban sus ansias supremas de amor
    A manera que brotan en las ramas lozanas
    Los capullos fragantes: tras una flor otra flor.

    Su mente fue un mundo de nobles ensueños viriles
    Donde irradiaban las llamas de su patrio fervor
    A manera que fulgen en los regios pensiles
    Del cielo los astros su inmenso raudal de fulgor.

    Su verbo fue antorcha en la noche de los corazones
    Y su verbo una escala de atormentados sones...
    Fue su espada guerrera cual honda imponente en la lid.

    Los pueblos que pobre y errante en la senda lo vieron
    Con diademas eternas su amplia frente ciñeron...
    ¡Martí era en el duelo del suelo cubano: David!

Incluido en Orto, Año V, no. 9, marzo de 1916. Tomado de Órbita de Orto. Selección de Ángel Larramendi Mecías y Maritza Labrada. Prólogo de Ángel Larramendi. Manzanillo, Ediciones Orto, 2012.

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