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Ciudad de pobres corazones (selección)

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Ciudad de pobres corazones (selección)

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Prólogo

Hace poco, durante las celebraciones por el Día Internacional de La Poesía, un escritor famoso dijo que poquísimas personas consiguen alguna vez adquirir la categoría de habitantes. Las personas desconocen qué clase de categoría es ésta, además de que nadie conoce su significado. El escritor famoso también afirmó que sólo él y otro escritor, igualmente famoso (aunque ya fallecido), habían sabido ser habitantes de Su Ciudad.

En lo primero estoy de acuerdo.

En lo segundo no puedo estarlo.

Soy ignorante de nombres y situaciones. Desconozco, si no mucha, buena parte de la historia de esta ciudad. Pero la he habitado. Y esto debo escribirlo intercalando guiones. Yo-he-habitado-la-ciudad.

La he habitado con los pies, con las manos, con los ojos, con la boca, con el vientre, con los muslos y las piernas, con los cinco sentidos y con otros sentidos que a veces experimento, con el intestino grueso y con el intestino delgado, con los dedos índices, anulares y meñiques, con las rodillas y codos, con el blanquísimo tórax y la blanquísima espalda, con la nariz, la frente, mientras mi cabello estuvo largo y después, cuando estuvo corto. La he habitado a todas las horas posibles, en todos los días posibles, en todas las semanas, meses y años posibles.

Ilustración de cubierta de la edición de Ciudad de pobres corazones, Editorial Ácana, 2008. 
Damián Flores Iriarte

Escribí este libro hace cinco años, en el 2003, cuando más habité la ciudad, y hoy recuerdo cómo me deslumbró. Lo recuerdo porque sigo deslumbrada. Llego a una esquina, cruzo una calle, despierto en una plaza a las seis de la mañana, sin saber qué plaza es, ni qué hora es, ni qué hace mi cabeza apoyada dulcemente en el antebrazo de un amigo, y no puedo dejar de deslumbrarme.

Anonadada, me recupero.

Escribí este libro para la ciudad hace cinco años, cuando no era consciente de la ciudad ni de que estaba escribiendo un canto para ella. Ningún escritor se salva de ello. Si no tiene ciudad se la inventa, para luego cantarle alguna cosa, aunque sea una breve cancioncilla de cuna. Para luego, aunque sea, silbarle alguna cosa.

Es un canto a la ciudad donde reímos (pero de pronto queremos parar de reír). Es un canto a la ciudad donde licuamos (pero de pronto queremos parar de licuar). Es un cuerpo de baile dormido en las aceras (pero la acera tiene un desagüe y se nos mojan las puntas de los zapatos). Y esto debo escribirlo intercalando guiones.

Pero-no-lo-escribo.

 (2008)

Esculturas de Martha Jiménez en la Plaza del Carmen
José Antonio Cortiñas Friman


    Intro

     Escribir sobre la ciudad
     escribir bajo la ciudad
     escribir desde la ciudad
     escribir como la ciudad
     escribir hasta la ciudad
     escribir toda la ciudad
     escribir aunque la ciudad
     escribir para la ciudad
     escribir contra la ciudad
     escribir
     pero
     la ciudad.

   
    Campo santo

     Las hormigas desandan mi tejido
     destrozan
     se juntan para que el viento no las amenace
     nadie puede regresar a la Plaza de Bedoya
     emborracharse como las estatuas mandan
     como Dios manda
     como yo mando
     emborracharse vanguardistamente
     sola o acompañada sobre el asiento de barro
     con una o varias botellas de vino tinto
     para que las estatuas cobren vida
     duerman en la Plaza de Bedoya
     y yo me olvide entonces de mi propio sueño
     durante un tiempo
     si oigo las voces del Bulevar
     que aplaudan las estatuas
     y aplaudo con una inercia minúscula
     barro sobre barro
     asiento sobre asiento
     yo sobre la Plaza de Bedoya
     adoquinándome
     descanso en el Bulevar
     en los adoquines
     en la madrugada azul de los dioses.


    El pozo

     Mi abuela tuvo un nódulo que la hizo mortal
     fue a coger fresco a la Plaza de Bedoya
     a tomar decisiones y vino tinto
     a llorar con todo su ojo
     a sentarse en las piernas de su novio
     y tuvo un novio desde que era jovencita
     y dos trenzas largas
     larguísimas trenzas que le rozaban los glúteos
     al compás de su pie izquierdo y su pie derecho
     y tuvo dos dos hijos y una hija melancólica
     los hijos le trajeron cubos de agua del Pozo
     la hija mojó el paño y se lo colocó en la frente
     los hijos tomaron leche tibia
     sacada de la ubre de una vaca
     la hija tomó vino tinto
     profanando la Plaza de Bedoya
     y tuvo un pozo que le construyó su hombre
     donde podía guardar monedas y deseos
     minerales preciosos
     espejitos
     y las cuatro fases de la luna.


    Danza contemporánea

     Las estatuas naufragan en el Lago de Bedoya
     y hacen el ballet de los cisnes
     rizando el agua del Lago
     y arquean el dorso bedoianamente
     in crescendo hasta la reverencia
     y elogian mi humana estadía
     yo no participo sobre la danza
     me pongo debajo para abrazarme con fuerza
     y me quedo en el Ghetto
     me salvo
     hemos de danzar por los siglos de los siglos
     es nuestra naturaleza
     la orden de la Plaza de Bedoya
     y no tengo la piel fría
     no estoy en el numeroso baile de las estatuas

     la Plaza de Bedoya o el Lago de Bedoya
     el Ghetto de Bedoya o la Isla de Bedoya
     es un milagro que nos salvemos
     casi todo es un milagro.


    Matrioska

      Conozco una plaza dentro de otra plaza
      dentro de este aguacero lascivo
      que llueve mientras nacen
      los varones de mi familia
      dentro de este parque sin estatuas
      lleno de música y gatos negros
      dentro de este universo diagonal
      donde las plantas por poco se me queman
      dentro de esta ciudad que no amanece
      ni deja de sonarme en los oídos.

Conjunto escultórico Las chismosas, de Martha Jiménez
José Antonio Cortiñas Friman

     Performance

      En la Casa de Bedoya
      hay un animal negro que me espera
      un gato negro encima del rodillo negro
      de la máquina de escribir alemana
      es el gato más negro
      que ojos humanos han visto
      su cola negra entre mis muslos
      recibiendo mi agua y mi grandeza
      llenaré la Casa de Bedoya
      con los animales más extravagantes
      me llenaré la espalda de gatos negros
      un día maullaré desesperada
      junto a la pata negra del sofá
      los animales y yo
      todos
      nos desesperaremos.


    Carta de presentación

      Si no me encuentran tomando jugo de níspero
      en el centro de la Isla de Bedoya
      y no me encuentran llorando
      sobre el frío regazo de las estatuas
      cansadamente
      con los rayos del sol perpendiculares
      y no me encuentran dormida
      abrazada a la pata del sofá
      y siguen sin encontrarme
      incluso en el descomunal mes de diciembre
      entonces búsquenme bajo un pedazo de hielo
      que hay bajo mi cama
      que hay bajo un techo y una columna
      que hay bajo los cables eléctricos
      que hay bajo las nubes negras
      si todavía no me encuentran
      entonces suban al Coctel de Bienvenida
      que darán otros dioses en mi honor.

     Muchacha con los dientes parejos

       Me paro en el Mirador de Bedoya
       miro el horizonte
       despierto su calma terrible
       las nubes negras
       y todos los ciclones de la Plaza
       algunas rejas van a abrirse
       y yo voy a nacer en marzo el día veintisiete
       los otros dioses me lo dijeron en sueños
       el Mirador de Bedoya es nuestra sabiduría
       la de mi familia y la mía propia
       aunque siempre habrá una docena de varones
       y una docena de hembras que se nieguen
       ha sido la hora en que la Plaza
       comparte conmigo sus secretos
       pero no son sus secretos
       es la sabiduría de la Plaza
       asexuándose a mi sabiduría.


     Sistema de caída

       Las estatuas me pegaron el sida de Bedoya
       ese día hubo mesas de ácana
       con manteles y tajadas de níspero
       adornando el Mirador
       después hubo música triste
       animales tristes
       yo triste levantando la bandeja
       después las estatuas jugaron conmigo
       los varones quisieron probar suerte
       cada uno lanzó diez agujas
       diez tenedores de plata
       diez tenedores desechables
       después mi padre nos trajo de París
       un puñado de naturaleza muerta
       y se fue
       después las estatuas apagaron las luces
       los faroles
       las velas
       y algunos inciensos de limón
       que yo había encendido
       para curarme las quemaduras
       después compré un recipiente de agua
       donde poder inclinar los ojos.

      Teatro Kabuki

        Atraída por el vértigo de los telares
        me acerco a la Sala de Teatro de Bedoya
        y veo a mi madre cayéndose en el foso 
        como un personaje creado por el miedo
        o como una mujer ciega
        la veo pero cierro el párpado
        no es mi madre quien cae
        pues el foso la devuelve
        en un vómito de haces de luz
        veo el vómito pero mi pie no avanza
        y no es mi madre quien cae
        veo los haces de luz
        pero estoy sentada en la piedra
        una piedra donde se sentó mi madre
        y la madre de mi amiga
        y la madre de mi amigo
        pero veo que en el techo
        los telares cobran altura
        y que a mis pies
        un foso me invita a asomarme.

Otra perspectiva de la Plaza del Carmen 
José Antonio Cortiñas Friman

     
      La cuerda semifloja

        Hago equilibrio
        sobre el brazo de mi padre
        aún no lo había nombrado
        es un padre
        de pómulos olorosos
        de arenas olorosas
        de testículos olorosos
        he venido al mar a conocerlo
        me he parado en el Malecón de Bedoya
        y he gritado su nombre en voz alta
        estaba flotando como un ángel
        ahogándose
        casi
        en la bahía.

      Delito grave

        El agua caliente
        de los Baños de Bedoya
        me afloja la piel
        la piel de mis muñecas
        y el cuero de los coturnos
        pero los barrotes no se aflojan
        ni mis más inmediatos recuerdos
        ni la lluvia oscura del ciclón
        y como una contraorden suspicaz
        rompo la llave del agua
        la llave
        por donde he de cocerme.

      Por casualidad

        No es una jaula
        lo que me sirve de hogar
        es el cielo de la boca de mi madre
        su maternal océano de saliva
        su amor estereofónico
        mi madre no tiene colores fríos
        tiene
        en cambio
        una música privada
        unos maravillosos acordes privados
        que oscurecen si hay ciclón
        cambiando de tono
        equilibrándole
        mi delgadez.

      Estrella fugaz

        Me sueltan
        ya puedo flotar en la bahía
        con algunos coturnos tiesos a mi lado
        pero a mi lado son inmortales
        como mi madre allá junto al Pozo
        rodeada por la protuberancia del tiempo
        igual también que mi padre
        aunque ahora se ha puesto a nadar
        hacia el Malecón
        pero no yo misma
        que nunca pude pegar mi ombligo en la pared
        que nunca he sido culpable.


      Prednisona

        Nos vamos poniendo espumosas
        nos vamos olvidando de los escombros
        nos vamos yendo hacia la escena
        sin embargo soy muy grande
        he visto que mi cabeza puede tocar
        la penúltima tabla del andamio 
        es el monólogo de los animales negros
        en mi cama hay una luz extraña
        que agranda el centro de la música 
        quizá sean las luces de mi amiga
        pues me he asomado al Mirador
        y mi amiga estaba allí tomando vino tinto

        pero son mis luces
        los poetas brindando en el Bulevar
        por la salud
        y por la belleza.

      Muchacha con el cabello suelto

        A veces creo que la lentitud
        es esa maldita cantidad de estatuas
        que cuelgan del techo y gotean
        paren o crecen como las matas medicinales
        una gota de sudor me corre
        son erecciones de mi cerebro
        para saber mi identidad
        mi constante identidad

        estoy mala del pulso
        comienzo a avergonzarme de mi cara
        me iré a las dieciocho horas
        un momento donde no le importo a nadie
        si el avión explota prometo morirme despacio
        si muero con velocidad no se fíen de mí.

Plaza de Bedoya
José Antonio Cortiñas Friman


Tomado de Ciudad de pobres corazones. Camagüey, Ed. Ácana, 2008. ¨
Libro merecedor del Premio de la Ciudad 2007. Jurado: Roberto Méndez Martínez, Ramón Afonso Fernández y Diusmell Machado Estrada.

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Comentarios
Beatriz María Goenaga Conde
12 meses

Genial! He leído otras obras de la autora, pero no esta. Gracias miles.

1
Responder
Aurelio Márquez-Machado
12 meses

Este habitante ya había leído un par de obras de Legna, "Mi novia preferida fue un bulldog francés" y "Miami Century Fox", pero ninguna obra temprana, y me gusta... yo mientras tanto sigo habitando allá desde acá, donde habito.Gracias Legna, gracias

1
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Indira Montejo Lamas
12 meses

Maravillosa! Gracias miles por compartirlo.

1
Responder
Y. J. Hall
12 meses

Variación 1 de la Intro: Escribir ante la ciudad escribir nunca la ciudad escribir mucho la ciudad escribir poco la ciudad escribir cerca la ciudad escribir lejos la ciudad escribir menos la ciudad escribir puta la ciudad (canción de Fito) escribir mierda la ciudad.

Responder
Y. J. Hall
12 meses

Variación zoológica de la Intro: Escribir perro la ciudad escribir gato la ciudad escribir vaca la ciudad escribir burro la ciudad escribir gallo la ciudad escribir pato la ciudad escribir rana la ciudad escribir tigre la ciudad escribir rata la ciudad.

Responder
Y. J. Hall
12 meses

Variación alimenticia de la Intro: Escribir sopa la ciudad escribir pollo la ciudad escribir carne la ciudad escribir papa la ciudad escribir mango la ciudad escribir fresa la ciudad escribir leche la ciudad escribir queso la ciudad escribir huevo la ciudad.

Responder
Y. J. Hall
12 meses

Legna me recuerda un poco los cuadros de Jackson Pollock.

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Y. J. Hall
12 meses

Variación paisajística de la Intro: Escribir bosque la ciudad escribir loma la ciudad escribir llano la ciudad escribir cosmos la ciudad escribir cielo la ciudad escribir nube la ciudad escribir lluvia la ciudad escribir río la ciudad escribir fango la ciudad.

Responder
Heberto Casas Rivas
12 meses

Escribir con la ciudad Escribir sin la ciudad Escribir y la ciudad. Escribir o la ciudad. Escribir en la ciudad

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Y. J. Hall
12 meses

@Heberto Casas Rivas: ¡ja! Ésa es la variación de las preposiciones... Escribir ante la ciudad escribir desde la ciudad escribir entre la ciudad escribir hacia la ciudad escribir hasta la ciudad escribir versus la ciudad escribir vía la ciudad escribir sobre la ciudad escribir contra la ciudad.

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