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Cartas a Manuel Márquez Sterling

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Cartas a Manuel Márquez Sterling

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PARTICULAR

Septiembre 5 de 1905.

Sr. M. Márquez Sterling, Habana, Cuba.

Mi querido Márquez:

Todo lo que me dices en tu carta del 28 del pasado lo profeticé hace un año. Te acuerdas cuan pesimista me expresaba cuando íbamos a Coney Island.

Tú no sabes cómo sentí que no me hubieras esperado.

Te envío el Vol. V del Maestro. Es otra faz del coloso. Y después irá el VI; el Poeta. Y no se vende un libro. ¡A su pobre madre le he regalado centenares de ejemplares y ni porque es su madre le compran la obra! ¿Qué más?

Angelina un tanto mejor; regresará la semana entrante. ¿Y Mercedes?

Tuyo,

(Gonzalo de Quesada)

Dic. 24, 1906

Sr. M. Márquez Sterling, Habana.

Mi querido Manuel:

Recibí tu muy apreciable del día 12 del actual, y con ella tú queja de que no te he escrito. Tú eres quien me debes carta, pues no solamente no me acusaste recibo de la que te hice cuando la publicación de tu libro, sino de las líneas que te mandé desde el Brasil a propósito de la Liga Intelectual, para la cual fui iniciado; pero esto no hubiera sido óbice para que hubiera conversado contigo acerca de los tristes acontecimientos que han dado al traste con nuestra República, y las angustias y los desengaños que he tenido desde mi regreso, si no me hubieran quitado el ánimo de hacer otra cosa que trabajar en mis asuntos oficiales.

Hasta el otro día no he escrito nada de los asuntos públicos, y con esta te acompaño copia de algunos párrafos de dos cartas que he dirigido a dos altas personalidades, una de filiación Moderada y otra Liberal, que encarnan mi modo de pensar en este instante.

Hablándote en la intimidad de hermanos, debo decirte, que de todas las comarcas de la Isla y de todas sus clases sociales, han llegado a mí, voces amigas, creyendo que yo podría servir en esta crítica situación al País, y en los Estados Unidos es general la opinión de que mi Candidatura para la Presidencia tendría el apoyo del Pueblo y de los Prohombres de este País; desgraciadamente, el día 15 de diciembre cumplí 38 años y la Constitución exige 40. Esta dificultad en la época anormal porque atravesamos, pudiera quizás llegar a obviarse si así lo quisiera el Pueblo de Cuba, más tal es el profundo desengaño que tengo, y la poca ambición que me queda, que no he pensado ni un sólo instante en semejante cosa. En épocas normales pudiera haber vacilado por la creencia firme de que hay otros hombres más aptos y que tienen muchos más méritos en nuestra Patria para ocupar ese alto puesto; hoy, ni aunque creyese que tengo todas las condiciones necesarias para no fracasar, sólo como una salvación única para el País, pudiera yo dar calor a semejante aspiración.

El problema, como verás por lo que he escrito, está en que no va a poderse constituir la República, porque tales van a ser las ambiciones de los unos y de los otros para escalar la Presidencia, azuzados por los intereses y especuladores en el extranjero, que lo que quieren es que no nos pongamos de acuerdo, que dudo mucho en el próximo restablecimiento de nuestra República, para que durara ni siquiera lo que duró la anterior.

Yo no sería en ningún caso, Candidato de bandería de nadie. Mi supremo anhelo, porque es el único que pudiera dar vida al Gobierno de Cuba para los cubanos, sería que surgiese un Candidato único de todos para salvar la nacionalidad. Si eso resultara imposible, veo el horizonte muy negro, porque en este País no tendría fuerza su administración. Y en caso de que se inclinase la balanza por los intereses americanos, quien llegase así a gobernar, no tendría la confianza de sus compatriotas, no tendría éxito, ni representaría el alma cubana.

En una palabra, hay que buscar un hombre que no comparta los odios ni de los Moderados de ayer, ni de los Liberales de hoy, ni que sea de uno u otro bando del Partido hoy triunfante, que se haya mantenido lejos de todas las pasiones y que reúna a todas estas ventajas, la simpatía del Pueblo americano, y la confianza de los Directores de la opinión pública de esta Nación. Y este hombre ha de ver el problema actual de Cuba como lo vio Martí, y tener como medios para triunfar, el amor y la concordia de sus compatriotas.

Si todo esto es idealismo y en política práctica no se puede llevar a cabo, mi buen amigo Manuel, hay que plegar la bandera.

En los periódicos he visto las divisiones ya en el Partido Liberal. Esto es muy de lamentarse, porque nos está desacreditando aun más en los Estados Unidos. ¿Se repetirá acaso lo que sucedió cuando los unos y los otros prefirieron no dejar a un Cubano cualquiera ser Presidente Provisional, salvando así nuestra personalidad?

En la misma Prensa he visto tu nombre sugerido como Cónsul de la República en Buenos Aires. Eso es una locura. Ni a ti personalmente te conviene desterrarte a un puerto que está a 40 días de Cuba, y donde a la vuelta de dos meses estarás desesperado por regresar de un País donde la vida es excesivamente cara, y donde, de todos los Países de América, es donde hay menos simpatías por el cubano y sobre todo, porque es necesario que tu pluma la enristres contra estos proyectos de República Diplomática y Consular mientras se puede decir que vivimos en suspenso, porque de lo contrario, iremos al ridículo, y podemos exponernos a desagradables incidentes y sobre todo, sentaría un precedente funesto para nuestra personalidad, de que un Ejecutivo, que no es Presidente ni Cubano, este dando Cartas Credenciales y Patentes a Cubanos para representar un Gobierno que existe únicamente como una ficción. Bastante agonía tenemos los que seguimos desempeñando estos puestos en el extranjero, y pasamos torturas suficientes para no desearle a un hermano nuestro que venga en condiciones todavía más difíciles a sentir su rostro ruborizado ante las miradas de aquellos Representantes extranjeros que consideran que hemos sido indignos de la Libertad y de la Independencia.

Tú lo palpas al ver cómo ni en Londres ni en Madrid tenemos hoy necesidad de un Ministro, y como han preferido los que representaban a nuestro País en aquellas dos Capitales, regresar a Cuba a presentarse ante unas Cortes —en que sus compañeros no los mirarían como iguales. Te lo confieso, el supremo sacrificio que he hecho en mi vida lo estoy haciendo en Washington, ostentando todavía mi carácter de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario, y si lo hago es porque entiendo que aquí hay que mantener viva nuestra República en medio de tantos desprecios como a diario nos propina la Prensa y que por todos los ámbitos de los Estados Unidos esparce la teoría de que hemos demostrado nuestra incapacidad para gobernarnos, y que las fuerzas americanas no deben abandonar la Isla, ni entregar las riendas a ningún Cubano.

Tu puesto, como te lo he dicho siempre, está en Cuba. De no estar en Cuba, cerca de Cuba. Pero el ir a Buenos Aires equivale a desterrarte para siempre. Sólo un enemigo tuyo pudiera proponerte semejante puesto.

Te agradecería que me escribieras tus impresiones del presente, y de lo que dibujas en el porvenir. Yo vengo leyendo y leo palabra por palabra cuanto has escrito, y, como tú, preveía cuanto ha ocurrido.

¿Recuerdas mi profundo pesimismo aquel día triste en que fuimos a sacar de la tierra los restos de nuestro Manuel de la Cruz? ¿Recuerdas como tú entonces me tachabas de no verlo todo sino bajo un prisma desalentador y negro? Pues bien, después te volviste también pesimista, se realizaron los temores de ambos.

Y ahora sigo en mi pesimismo optimista, y por eso quisiera saber cómo opinas tú de nuestro porvenir.

Toda esta casa te envía, y a tu Señora, los más cariñosos saludos de Pascuas y de Año Nuevo, y ojalá en el próximo año celebremos un viaje como aquel memorable que hicimos con el Primer Presidente de Cuba, al través de nuestra tierra bien amada.

Tuyo invariable,

(Gonzalo de Quesada)

The Raleigh



Washington, D.C., Enero 29, 1907.

Sr. Manuel Márquez Sterling,
El Fígaro,
Habana,

Mi querido Manuel:

Mi carta no ha merecido siquiera un acuse de recibo; y más, me has desobedecido, pues aceptas el destierro y la representación sin gloria y ridícula que los que no son tus amigos te han ofrecido para quitarte del teatro de acción.

Acuérdate de que soy profeta; te pesará haber desertado en los momentos que se avecinan de peligro; pasarás por los dolores y la vergüenzas que he pasado yo en Río de Janeiro[1] y si quieres convencerte de lo que te digo, proponte a cualquiera la permuta del destino tuyo por uno en Cuba con $500.00 menos, y no lo aceptarán. No temas escribirme, que ni soy Candidato ni aspiro a la Presidencia. Pero si te puedo decir que si llegara a serlo, le reservaría a mis peores enemigos, puestos tan honoríficos como el de Cónsul de Cuba y Encargado de Negocios, en Buenos Aires!

Te abraza fraternalmente,

(Gonzalo de Quesada)


The Raleigh

Washington D. C., Feb. 8-1907.

Márquez Sterling 222 Peachtree St. Atlanta Ga.

Cartas recibidas te ordeno pares aquí unos días. Has entendido mal mis cartas no es por ningún interés personal mío sino por Cuba y por ti que condeno tu destierro. Mi abrazo te dirá como te quiere,

(Gonzalo)


Abril 6 de 1909.

Mi querido Manuel:

Gracias por la gestión. No te había contestado antes porque sabía que venías para acá.

Lo único que le dije a la Marquesa de Mont Roig es que tú querías mucho a Carlitos y que eras demasiado bueno con él. No dije que lo “educabas mal”. No seas así; no hables de molestia. A la verdad, chico, me extraña que tú que me conoces hables de ese modo. Fue la propia Marquesa quien se expresó en esos términos.

Vi por los periódicos el éxito que tuviste en la fiesta de Buenos Aires.

Siento que no vengas para poderte enseñar toda la correspondencia que ha mediado en mi asunto y verás cómo me forzó a salir de la carrera quien tú decías que era tan amigo mío. (Justo García). Ya todo lo tenía preparado para ir a París; pero me fue imposible aceptar por decoro. ¡Ojalá que a ti te trate mejor!

No sé cuándo nos veremos; por ahora estoy dedicado a arreglar mis papeles y recoger algo más de Martí. Pero tú sabes que es tuyo invariable y te quiere,

Gonzalo de Quesada

P. D. No dejes de darle recuerdos a Mercedita de parte de Angelina y Aurora y míos.


Abril 14 de 1909.

Mi querido Manuel: No sabes lo que he sentido que no hubieras podido venir. Mucho hubiéramos conversado. Te agradezco muy mucho tus buenos ofrecimientos, pero chico, nada espero ni mi decoro me permite pretender nada. Además tú te convencerás de lo que es la política hoy en tu tierra en que se sacrifica la amistad y se olvidan los servicios de veinte años, pero se premia al que fue enemigo de la República.

Recoge de Gonzalo Aróstegui el último libro de Martí y dime si me conseguiste el artículo de Emerson y en caso de no ser así dime la fecha en que se publicó en La Nación.

Muchas cosas a Merceditas y que no crea que los golpes abaten sino que ya llegará nuestro día. Que siga rezando y que ya verá como triunfamos. Por de pronto soy el feliz Presidente de mi casa.

Escríbeme que es un consuelo saber que en nuestra soledad hay algún buen corazón que se acuerda de nosotros. Si me vieras en mi biblioteca ya arreglada te darías cuenta de cuantos compañeros tengo, pero siempre hay lugar para otro volumen tuyo.

Que no vuelvas al destierro. Si acaso a Washington, donde no te faltará si no la cariñosa amistad de otros amigos, la muy sincera de tu

Gonzalo de Quesada


Tomado de
Archivo de Gonzalo de Quesada: Documentos históricos. Introducción y notas por Gonzalo de Quesada y Miranda. (Biblioteca de Autores Cubanos, 33) La Habana. Editorial de la Universidad de La Habana, 1965, pp.307-315. 
Nota de El Camagüey: Se han conservado los énfasis del original.

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