Apaga, Muerte, esta indecisa llama
de aletear tembloroso de falena
y pon sobre mi frente al fin serena
la luz tranquila y la desnuda rama.
Que si yo ardí, querer que se derrama
en mentira carnal y estéril vena,
por la verdad en tu reloj de arena
soy ora la humillada voz que clama.
Busca en mi sangre la raíz dolida
donde la espada de tu arcángel, fiera,
divide el alma de su tosco velo.
Sea la mejor parte conducida
de oscura cárcel a la luz duradera,
que el que pierde la tierra, gana el cielo.
Tomado de Lunes de Revolución. Número especial Homenaje a Emilio Ballagas. Núm.26, septiembre 14 de 1959, p.1.
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