La ventanilla alzada se va deslizando subrepticiamente, gravemente —por efecto de la gravedad— con el sacudir del tren. He cal...
En la madrugada del 4 de noviembre de 1868 Enrique José Varona veló sus armas en el Paso de las Clavellinas, junto con otros s...
Comenzaré por una afirmación ingenua y riesgosa: “Yo he inventado la poesía”. No hay por qué sonreír. Esto es verdad, y al que...
¡Adiós, patria feliz, edén querido! ¡Doquier que el hado en su furor me impela, tu dulce nombre halagará mi oído...
Bajo otro cielo, en otra tierra lloro… Esta nieve luciente me importuna… ¡El invierno me mata!... ¡yo te imploro!
Y perdido en la noche, arriba un abismo y abajo otro, el Hombre mira una esfera, y observa el movimiento de una aguja, y suma...
Martha ha dejado su huella en el Camagüey antiguo, el Camagüey inmortal.
Una paloma cantando pasa: —¡Upa, mi negro, que el sol abrasa!
Tú a quien el mundo enajenado oía en profundo y sublime arrobamiento, y cuyo excelso y poderoso acento a la asombrada Europ...
Desplazarse por las antiguas calles de Camagüey es una experiencia excepcional.
La condición del texto que comentaré tiene algo de inquietante: ¿se trata de una misiva real, redactada por Nicolás en verso,...
Llora, Cuba humillada y macilenta, nota que tanto mal te vaticina, y de ese campo de pavor y ruina fija en tus ojos la visi...