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El monumento literario del Apóstol (Una entrevista con el Dr. Aróstegui)

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El monumento literario del Apóstol (Una entrevista con el Dr. Aróstegui)

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Desde que ocurrió la pérdida dolorosísima del insigne cubano Gonzalo de Quesada ¡cuántos devotos de Martí se repiten a solas esta pregunta!: ¿Quién seguirá la compilación de las obras del Maestro?

Y he aquí que una agradable casualidad nos permite, si no dar respuesta terminante a la pregunta, trasmitir siquiera a nuestros lectores, algunas noticias muy curiosas y de gran interés patriótico con respecto a la importancia y a la continuación del monumento literario del Apóstol.

El doctor Aróstegui, nos dijo alguien, prepara, en silencio, una sorpresa: la publicación de un nuevo volumen de las obras de Martí. Y a fin de confirmar y ampliar la noticia, visitamos a nuestro viejo y admirado amigo el doctor Aróstegui, uno de los hombres más ejemplares, de mayor bondad, de mayor cultura y de más sano patriotismo de esta tierra; ilustre cubano de alma santa, como sinceramente le calificó, en otra ocasión, la misma pluma que traza estas líneas.

En magnífica casa rodeada de jardines, en 13 y J (Vedado) tiene hoy su residencia el doctor Aróstegui; y allí ofrece diariamente su consulta, de doce a dos. Esta es la mejor hora, nos dijimos, para dar con el laborioso médico, diplomático y literato. Allá, pues, nos dirigimos; y cuando salió de su despacho la última cliente, llevando en brazos una pobrecita criatura con las huellas del dolor ya casi vencido, dibujadas aún en su rostro macilento, pronto se entabló entre el doctor Aróstegui y el periodista una franca charla y pudimos confirmar la grata nueva.

—Es verdad, nos dijo sonriente el traductor de “La vida sencilla”: muy pronto verá la luz en La Habana el XIV tomo de las obras de Martí. Precisamente estoy ocupado en las últimas pruebas del volumen, que contendrá una preciosa novela traducida por el Maestro. Se titula “Ramona”, y aseguro a usted que se trata de una verdadera joya literaria.

—¿Por qué no me facilita usted un capítulo para El Día?

—Con mucho gusto; y además, si quiere, puedo recordar algunos datos muy interesantes sobre la ímproba labor que mi primo el insigne Gonzalo de Quesada realizó durante catorce años consecutivos, con escasos auxiliares, para dar a conocer lo más íntegramente posible el gran caudal disperso de las obras de Martí.

Gonzalo Aróstegui en su casa en El Vedado. 
Cortesía de Natacha del Río.

—La oferta nos parece de perlas.

—Pues, oiga —añadió el entusiasta doctor— y tome nota.

Las obras literarias de Martí

En 19 de mayo de 1900, esto es, cinco años justos de la aciaga muerte de Martí en Dos Ríos, Gonzalo de Quesada dio principio a su labor; publicó el volumen primero de las obras del Maestro, precedidas de dos párrafos admirables en que se condensa la profunda devoción, el íntimo fervor con que el albacea literario del Apóstol emprendía su cometido.

Vamos a copiar esa página memorable de Quesada, que se estampo a manera de pórtico en el primer volumen de la serie. Dice así:

Empeñado en la labor de hacer patria —por la que sangró y murió el Maestro— ha faltado tiempo para realizar la promesa de reunir sus obras literarias, cumplir sus últimos deseos y así corresponder a su noble confianza.
En el quinto aniversario de su consagración heroica, se publican estas páginas —a manera de guía para posteriores y más perdurables ediciones— como primera piedra al monumento que le ha de levantar mi admiración y mi gratitud. —Gonzalo de Quesada —19 de mayo de 1900

Al año siguiente publicó el volumen II con el concurso de pocos amigos, algunos de los cuales han desaparecido ya como los grandes patriotas Poyo, Izaguirre, el ilustre bibliófilo Vidal Morales y Morales, y otros que empezamos a reunirnos con el nombre de “Martiólogos”, invención mía, por cierto.

Quesada siempre quiso que coincidiera la publicación de cada tomo con alguna fecha cívica de la patria. El volumen III se terminó en 20 de mayo de 1902, el mismo día en que dio comienzo la República; el IV se imprimió el año mismo en que los admiradores del patriota le levantaron en esta su ciudad natal, su primera estatua en mármol.

Tuvo Quesada la feliz, aunque combatida idea, de hacer preceder cada volumen de los juicios que en toda América latina, Estados Unidos y hasta en el viejo mundo publicaron los grandes escritores, en la época que brilló Martí, y de los que a raíz de su muerte se ocuparon de su portentosa labor literaria y política, de su dedicación patriótica a la causa de Cuba y de su extraordinario numen poético.

Siempre que podía, editaba los tomos aquí en La Habana, confiándome la corrección, que él casi siempre revisaba: pero algunos volúmenes de la serie, no obstante ser publicados en castellano, fueron impresos el primero en Washington, en Turín el quinto, y en Berlín el décimo.

Popularidad del Maestro

Gracias, por tanto, a esa labor ingente de Quesada, el nombre literario de Martí se hizo cada vez más popular en ambos hemisferios. Y si no hay día que la prensa cubana no esmalte sus páginas con citas de pensamientos, párrafos, artículos o poesías de Martí, también a menudo se le estudia y recuerda en las repúblicas hermanas de América, y en la propia España.

Precisamente en estos días una casa editorial de Madrid acaba de enviar a las librerías de La Habana nueva edición de “Los Estados Unidos”, donde se reproducen los tomos tercero y cuarto de las obras de Martí. Antes, América Lugo hizo un tomo que llamó mucho la atención, precedido de un estudio en que se trató a Quesada con toda justicia, y sin embargo éste lo hizo figurar en uno de los volúmenes posteriores.

Sirviéndose también de las obras de Martí compiladas por Quesada, una biblioteca escogida de Costa Rica, la colección Ariel, hizo un tomo de versos en que están comprendidos su poema “Ismaelillo” (sic); los “versos libres”, que hacen vibrar la lira castellana con acentos inmortales, y los “Versos sencillos”, que en opinión del docto Vicepresidente de la República, Enrique J. Varona, constituyen algo aparte y extraordinario en la Lírica cubana.

Por cierto que el director de la Colección Ariel, en el mismo tomo dice que la obra de Gonzalo de Quesada, llevada a cabo con devoción sincera e inalterable, es digna del elogio y de la gratitud de América que estudia y piensa.

Una necrología de Martí

Digna de ser recordada es la intensa nota necrológica que el gran publicista Charles Anderson Dana, editor del “Sun” de Nueva York, publicó en sección editorial, cuya copia figura en el tomo sexto. Véase cómo concretó Dana la vida de nuestro gran Martí:

Hemos sabido con punzante dolor, la muerte, en el campo de batalla, de José Martí, el jefe de los revolucionarios cubanos. Lo conocimos mucho desde hace largo tiempo, y lo estimábamos intensamente. Por un largo período que comenzó hace veinte años, fue colaborador de The Sun, escribiendo sobre temas de Bellas Artes, en los que tenía sólidos y extensos conocimientos, y sus ideas y conclusiones eran originales y brillantes. Era un hombre de genio, de viva imaginación, de esperanzas, de valor, uno de esos descendientes de la raza española que, a su nacimiento en América y a sus naturales instintos, han agregado el espíritu revolucionario que los españoles del presente llevan en sí. Su vocación era tan apasionada como llama de fuego. Sus opiniones eran ardientes y llenas de aspiraciones y murió como hombres de su temple pudieran desear morir: batallando por la libertad y por la independencia. De tales héroes no hay muchos en el mundo; y su sepultura de guerrero prueba plenamente que, en época como ésta, material y positivista, hay espíritus que lo saben sacrificar todo por sus principios, sin recibir nada por ellos. —Honor a la memoria de José Martí y paz a su alma viril y generosa.

En el mismo tomo se encierra también la página inolvidable que le consagró Máximo Gómez.

Este libro es de recuerdos: El tomo en que más se destaca su idea de unificar el partido revolucionario. Recuerdos casi todos de héroes, hazañas en que tomaron parte muchos de nuestros hombres, de poetas y patriotas como Sellén, Palma, Mendive su preceptor. Allí está, por último, su artículo famoso, describiendo el entierro de Francisco Sánchez Betancourt.

Y vamos a los volúmenes restantes, añadió el Dr. Aróstegui, para no hacer interminables estos informes.

El más importante y literario, a mi juicio, es el titulado “Norteamericanos”, octavo de la serie, en el cual estudia con maravillosa precisión y admirable estilo las grandes representaciones de la inmensa república. En este volumen se encuentran estudios acabados sobre Grant, Cleveland, Arthur; recuerdos sobre Franklin, Washington. Lincoln y Webster; su impresión sobre Whittier, el poeta de ochenta años; todo ello con las pompas literarias, la brillantez de estilo, la exactitud del conocimiento y la abundancia de imágenes que fue la norma de cuanto produjo.

La novela Ramona

Martí, además de su novela original Amistad funesta, publicó traducida la titulada “Misterio” (“Called back” de Hugh Conway) y “Ramona” de la gran novelista norteamericana Hellen Hunt Jackson. Las dos primeras están ya incluidas en la colección, y “Ramona” es la que voy a incorporarle en breve.

Creo que este libro será muy leído ahora. Su primera edición lo fue poco, pues de ella vinieron contados ejemplares a Cuba. Es tan hermosa la traducción, que parece una obra escrita directamente en nuestra lengua. Martí, al traducirla, se penetró, se posesionó tanto de la novela, que parece una obra suya.

Uno de los grandes críticos norteamericanos dice de ella: “Ramona es un libro que no puede dejarse de la mano: se lee día y noche, y no se quisiera que el sueño nos venciese, antes de terminar su lectura: Está henchido de idealismo juvenil, sin dulzores románticos; de generosidad, sin morales pedagógicas; de carácter, sin exageradas ninimeces (sic); de interés, alimentado con recursos nuevos, sin que el juicio más descontentadizo tenga que tacharlo de violento o falso. Lo atraviesa como un rayo de luz, un idilio de amor americano. El ingenio hace sonreír, allí donde la pasión acaba de estallar; el diálogo pintoresco sucede a una descripción que rivaliza en fuerza de color, con la Naturaleza.

“No es un libro de hediondeces y tumores, como hay tantos ahora, allí donde la vida se ha maleado; sino un lienzo riquísimo, un recodo de pradera, un cuento conmovedor, tomado, como se toma el agua de un arroyo, de un país en que todavía hay poesía. Las palabras parecen caídas de los labios mismos de los ingenuos interlocutores. El escenario, distinto en cada página, tiene todo el brillo de la pintura, con el encanto de la historia; la acción, noble y ligera, se traba con tal verdad de alcance, que allí donde la mujer más casta encuentra sano deleite, halla a la vez, el crítico, un libro digno de su atención, y una robusta fábrica literaria.”

Si fuese necesario añadir algo a la síntesis anterior de un gran crítico, dijo Martí de “Ramona”: “Como Ticknor escribió la Historia de la Literatura Española, Hellen Hunt Jackson, con más fuego y conocimiento, ha escrito quizás en “Ramona” nuestra novela”. Y terminó su entusiasta y elocuente prólogo, con estas frases: “todos hallarán un placer exquisito: mérito, el literato; color, el artista; ánimo, el generoso; lección, el político; ejemplo, los amantes; y los cansados, entretenimiento”.

“Ramona” lleva de prólogo acaso la última página escrita por Quesada.

La obra de Quesada

Volviendo a éste y a su gran obra, agregó el Dr. Aróstegui, es necesario conocer, como conocemos pocos, la intensa dedicación que le consagró durante largos años, para apreciar debidamente el gran esfuerzo realizado. Y parece como si Quesada, entre las claridades de su intuición, presintiera su temprano fin, cuando en respuesta indirecta de que no diese unidad a las obras de Martí lanzada por algún crítico irreflexivo, escribió en 1909 y en 10 de Octubre, desde Berlín, estas palabras, que se leen con amargura al comienzo de uno de los volúmenes de la colección: tomo la “resolución de no aguardar más por lo que enriquecería el libro, y de aprovechar esta memorable fecha para así recordarla desde el extranjero, donde la nieve no ha llegado a entibiarnos el amor patrio. Y ¿por qué no decirlo también? POR EL TEMOR DE CAER EN EL CAMINO, ANTES DE TERMINAR LA RECOPILACIÓN DE LAS PRODUCCIONES DEL MAESTRO, en esta época en que es una verdad dolorosa que lo que él anheló todavía no se ha alcanzado; y de que no se continúe mi propósito, ya que no hay premio o recompensa que esperar del gran muerto”.

Seguirán otros volúmenes

Mas, ¿de qué había de servir la identificación completa y la colaboración generosa e incesante que el Dr. Aróstegui prestó siempre a su primo, durante el desarrollo de la magna empresa? Él ha querido evadir una palabra absoluta, a nuestras preguntas sobre la continuación de las obras de Martí; pero nosotros hemos leído a través de la bondadosa sonrisa y de la noble modestia del Dr. Aróstegui la presunción de que “Ramona” no será el último volumen que por esfuerzo generoso de Quesada se incorpore al monumento literario de Martí.

Así nos induce a suponerlo, además, la siguiente confidencia, con la que terminó nuestra entrevista, y en la que la devoción al Maestro se refunde, a manera de doble tributo espiritual y patriótico, con el cariño y la mejor memoria de Quesada:

—Creo que hay material para algunos volúmenes más, especialmente en correspondencia; y deploro que al comentar lo inédito todavía, falten la perspicacia, el talento y el conocimiento que de Martí tenía Gonzalo de Quesada, que ha levantado el monumento más grande que un cubano sólo haya levantado a la memoria de otro cubano. Ellos estaban perfectamente identificados; vivieron soñando con la independencia de Cuba, desde muy niños uno y otro; y ambos estaban inspirados en el lema “Honor y Patria”, con que encabeza este libro que acabo de recibir, el “Panorama de la guerra de 1914-1915”. HONOR Y PATRIA fue también la divisa de los preclaros varones José Martí y Gonzalo de Quesada.

Gonzalo de Quesada y Aróstegui.

Tomado del periódico El Día, gracias a recortes facilitados a El Camagüey por Natacha del Río Bolívar.



Leído por María Antonia Borroto.
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