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Evocación al Quijote

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Evocación al Quijote

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     Evocación al Quijote

      ¡...Padre y señor de mi alma, don Quijote,
      Sobre nosotros tu locura enjuicia,
      para que vuelva a enraizar y brote
      en la tierra la flor de la justicia...!

      ¡Padre y señor de mi alma, don Quijote!
      ¡Vuelve a nosotros, Caballero Andante!
      ¡Más de prisa que nunca pon en trote
      el pacífico andar de Rocinante...!

      ¡Que la tierra está en sed de la bravura
      de tu brazo y tu lanza, y tu silueta,
      es silueta de luz en la negrura

      del siglo XX, que el demonio muerde...!
      ¡Vuelve a la tierra y al demonio reta!
      ¡Salva el alma del mundo, que se pierde!

     Los molinos

      Mas no son estos tiempos los de enantes.
      Cuando tornes a andar por los caminos
      y vuelvas a topar con los molinos,
      no pienses otra  vez que son gigantes.

      Abatieron las aspas tu osadía,
      tu lanza se rompió, tu Rocinante
      encabritóse, y caballero andante,
      aterrado saliste en la porfía.

      No sean esas andanzas las de agora,
      No vuelvas a emprender con los aviones,
      que ido es el tiempo y el remedio otrora.

      Tu brazo noble de furores lleno
      ahora debe romper los corazones...
      ¡Oh, Don Alonso de Quijano, el bueno!

     Dulcinea

      Señora Dulcinea del Toboso
      cuyas cejas son dos arcos del cielo,
      cuya frente es Elíseo, cuyo pelo
      es del oro más claro y luminoso,

      que tiene ojos de sol, y tiene hermosas
      las blancuras, más blancas que l a nieve,
      y en las mejillas de carmín las rosas,
      y hechas las manos del marfil más leve,

      puesto que eres la amada del Quijote
      que te llama señora y reina mía,
      y te hace proclamar la más fermosa,

      vuelve al mundo otra vez, para que brote
      de su brazo a la fuerza poderosa,
      esa de amor, sin par, caballería...!


     Sancho Panza

      Y tú, buen escudero Sancho Panza,
      ventrudo y paticorto y no lampiño,
      de sempiterno platicar de niño
      y eterno suspirar por la pitanza;

      mugüer, que sin retórica y sin lanza
      que auxilie al caballero mal ferido,
      te sobra el soberano buen sentido,
      siempre fiel escudero Sancho Panza!

      Alista apresurad o en tu jumento,
      pan y queso y tocino y un ungüento
      que alivie al mal ferido tu señor.

      ¡Alista el rucio! ¡Ven aína! que
      Más vale un toma que dos te daré,
      y has de tornarte aquí gobernador!


     La ínsula

      Una ínsula tenemos, Barataria,
      que ahora se llama tierra de HAMBROSÍA
      donde el encantador MALAHOMBRÍA
      dice que tu honradez es necesaria.

      ¡Oh, buen hermano Sancho, de tu ensueño
      de gobernar en un girón del cielo
      cuando diste de patas en el suelo
      al apearte del potro Clavileño,

      desiste, que mi patria es un tesoro
      más divino que el cielo, donde el oro
      aguarda que tu mano de villano

      para darle limosnas a Ricote
      no encuentre ni un ochavo en tu otra mano,
      oh, inmortal escudero del Quijote...!


     La vuelta del Quijote

      Bajo la sugestión  de un mal agüero
      por cuenta de la liebre y de los grillos,
      seguido de una turba de chiquillos
      y del buen Sancho Panza, su escudero,

      sobre el rucio, abatidos el acero
      del yelmo, de la lanza y del escudo,
      volvió a su aldea al vencimiento rudo
      el hidalgo manchego, caballero.

      Al divisar la hética figura,
      salió a su encuentro a recibirlo el cura.
      La sobrina, aguardándolo, y el ama,

      de una lágrima el rostro humedecía...
      Mas apenas volvió cayóse en cama,
      y muerto fue por la melancolía.


      Post Tenebras Spero Lucen

      ¡Caballero de la Triste Figura,
      nadie ha podido ni podrá vencerte,
      tu idealismo es más fuerte que la muerte,
      y aún más que tu idealismo, tu locura!

       Injusticia de Dios fue la cordura
       que te acosó en el lecho de la muerte
       hidalgo abjurador, tu lanza fuerte
       ha de tornar al mundo en su locura...

       ¡Ea, alista el jamelgo, y al momento
       parte las crines fustigando al viento!
       ¡Azoten tus ensueños en la grupa

       de Rocinante volador al trote!
       ¡Acude en nuestro auxilio! ¡Arriba! ¡Upa!
       ¡Padre y señor de mi alma Don Quijote!


Tomado de Revista de la Asociación Femenina de Camagüey. Año III, Núm.33, Camagüey, septiembre de 1923, pp.2-3.
Nota de El Camagüey. La publicación de esta serie de sonetos fue posible gracias a la colaboración de Pável García. Se han respetado los subrayados del original. 

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