Vuela mi ruego, y endulzando al pecho / Plácido el nombre —que doquier invoco— / Ecos del monte, del vergel y el valle, / Vuel...
Y fluye inagotable de la alcuza / de nuevo a modelar la pierna rota... / A nutrir la sonámbula lechuza.
Tu nombre es grato al corazón que te ama.
Henos aquí postrados ante ese santo madero, junto al cual os sostuvo de pie vuestra heroica fortaleza.
Abre el pecho al silencio de María.